ANIMACIÓN A LA LECTURA En esta biblioteca se juega a la pelota
Esta debe ser la biblioteca más ruidosa del hemisferio norte. Ahora mismo contiene 35 niños de siete, ocho y nueve años que, con total dedicación, fabrican pelotas con papel de periódico y celofán, tocan el tambor sobre cartones de leche y hacen puzzles artesanales con imágenes sacadas de las revistas. En los ratos libres, gritan y se tiran cosas. Y allí, rodeados de libros, ven que la biblioteca no es un sitio lóbrego, donde uno corre el riesgo de que se lo coman los ratones, sino un lugar de diversión.Ése era precisamente el objetivo de este proyecto, nacido en la biblioteca municipal Alberto Jiménez Fraud, en la barriada de La Palma-Palmilla, en Málaga. Su nombre completo es "taller de creación de juguetes no bélicos y no sexistas, con materiales reciclados". Y no es el único de este trimestre: hace poco los niños aprendieron "cocina sin fuego", con gran éxito. La idea, además de acercar a los chicos a los libros, pretende integrar la biblioteca en el barrio y darla a conocer.
Así, todo comienza cuando Chispita y Lechuguino, los animadores, vestidos de payasos de diseño, dan la bienvenida a los alumnos del colegio Alhucemas y les explican festivamente qué es una biblioteca, cómo funciona, y cuáles son los requisitos para hacerse socios. Los niños, obedientes, corean: "¡Dos fotos!" y se preparan para la primera actividad. Consiste en elegir una foto de un montón de revistas, pegarla a una cartulina y, con un breve trabajo de tijeras, convertirla en un rompecabezas.
Las opciones son infinitas. De un lánguido retrato en rojo de Penélope Cruz al interior de un coche de lujo: todo vale. Antonio Manuel, Óscar y Jose han escogido la misma página, que caricaturiza al gabinete de José María Aznar. Antonio Manuel se queda con el presidente, Óscar con Isabel Tocino y Jose, con Mayor Oreja. Cortan y pegan con entusiasmo. Como las figuras son pequeñas, añaden otras imágenes, de modo que, al lado de Aznar, aparece una foto de una orca, la ballena asesina. Y al lado de la ministra de Medio Ambiente, Guillermo el travieso. El diseño es refrescante. Chispita y Lechuguino van por las mesas prestando ayuda a los artistas, pero no dan abasto.
Luego llega el momento de confeccionar pelotas de papel, y después el pico más alto: el reparto de cartones de leche vacíos. Bueno, no tan vacíos: alguien se olvidó de lavarlos y, después de un poco de movimiento, la biblioteca se parece peligrosamente a una quesería. Pero los niños, impertérritos, cortan los tetrabriks, les dan la vuelta y los convierten en carpetas galácticas de color aluminio.
La bibliotecaria explica que con esto se estimula su creatividad y se les transmite la importancia del reciclaje. Además, ahora, cerca de las Navidades, "ven que no sólo se trata de comprar, que ellos pueden hacer cosas igual de bonitas". Para completar el efecto educativo, se han dispuesto libros abiertos por las estanterías más cercanas, que muestran cómo hacer un tren con cajas de cartón, o un platillo volante con los restos de una fiesta infantil: platos de plástico y botellas de refresco. Y, aprovechando el tirón, otros que también pueden resultarles atractivos, sobre animales, astronomía...
Los profesores de los niños se mantienen a distancia, pero atentos. Manuela Luque, tutora de 4º, dice animosa: "Hay que luchar bastante para manejarlos". El barrio es duro, y son muy pocos los que estudian más allá de los ciclos obligatorios. Abdón López y Santiago Marín están al quite, evitando peleas y pactando paces. Pero vuelan los rotuladores y los botes de cola. Y Verónica los esquiva, y cuenta tranquilamente que a ella le gustan mucho los cuentos, "sobre todo los de Aladdin y el Rey León". Esto funciona.
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