Derecho de dignidad
Sangran los informes sobre conculcaciones. Todos los aplauden y suscriben, pero ningún estado los cumple íntegramente (El 80% de la riqueza del planeta en manos del 20%). 117 países los violan a lo bestia... Afganistán y el genocidio de mujeres, sometidas en tantos países ("sin distinción de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión..."); Irak y Turquía exterminan a los kurdos; España y Canadá, denunciados por su trato a inmigrantes o refugiados; Estados Unidos impone su mercado al mundo, pero no los derechos fundamentales en casa: salvajes discriminaciones ("los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y deben comportarse fraternalmente"), la absoluta pobreza de millones ("un nivel de vida adecuado que asegure la salud y el bienestar, la alimentación, el vestido, la vivienda, servicios sociales..."), 200 millones de armas sueltos o el 9% de sus niños condenados a la muerte prematura... Estarán peor en Cuba ("libertad de pensamiento, conciencia y religión... opinión y expresión") pero no pueden atropellar la patria potestad del niño balsero. En la fiesta de santa Eulalia y el 764 aniversario de la boda de Jaume I y Violant d"Hongria -"carissima conjux mea"-, cumple 51 años la Declaración de Derechos Humanos, flor nacida en un siglo de violencia desmedida, al margen de clases y castas- en el XIII, en nuestros Furs: "Com manaments sien de dret honestament viure e a altre no agreujar, e son dret a cascú donar egualment al pobre com al ric"- y hay que celebrarlo: a pesar de todo, lentamente se avanza en dignidad, la que busca estéticamente y pinta éticamente Antoni Miró, comprometido con el arte y el reflejo en su espejo creador de derechos individuales de personas y colectivos de pueblos, que expone hoy en Valencia.
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