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El COI busca una difícil remodelación

Samaranch vive horas cruciales en vísperas de testificar ante el Congreso de EE UU

El Comité Olímpico Internacional (COI), con su presidente Juan Antonio Samaranch a la cabeza, quiere renacer de sus cenizas esta semana. El 24 de noviembre de 1998, una cadena de televisión de Salt Lake City, sede estadounidense de los próximos Juegos de Invierno de 2002, destapaba un escándalo de corrupción que involucraba a varios miembros del COI y provocaba el mayor el mayor escándalo de la historia del olimpismo. Han rodado 11 cabezas y el máximo organismo del deporte no ha tenido más remedio que dar un golpe de timón. Samaranch ha resistido la tormenta y con vistas al siglo XXI no ha tenido más remedio que limpiar una casa que se le había llenado de corruptelas. Con el plan de reestructuración del COI, intentará presentarse con una nueva cara el día 15, ante el Congreso de Estados Unidos, donde el próxima día 15 tendrá como testificar con respecto a los casos de soborno que han planeado sobre la designación de Salt Lake City como sede de los Juegos del 2002 y de Atlanta en 1996.Tras la creación de la Agencia Antidopaje, y de las denominadas comisiones de Ética y 2000, el COI deberá aprobar este fin de semana los 50 puntos que han acordado los 82 miembros de la última comisión y que reformarán sustancialmente la Carta Olímpica, la biblia del olimpismo. En vísperas de la asamblea, la comisión ejecutiva, el auténtico cerebro del COI, terminará de perfilar cómo hacerles digerir a los miembros los vientos olímpicos del nuevo siglo. El presidente es optimista en conseguir que acepten los cambios (debe haber una mayoría de dos tercios), aunque algunos recortarán radicalmente los privilegios de los que disfrutaban sus miembros hasta ahora. Y reconoce que el escándalo ha permitido esta revolución, porque difícilmente podría haberse movido un colectivo muy anclado en las viejas raíces aristocráticas.

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Por ello, ante el disgusto de un escándalo anunciado, a Samaranch aún le queda la última oportunidad de pasar a la historia como el presidente que renovó el olimpismo dos veces. No quería irse derrotado y los propios miembros del COI le dieron el voto casi unánime en marzo para que pilotara también la nave hacia los cambios. Sólo se habría ido si se lo hubieran dictado ellos, pero no por las repetidas peticiones del mundo anglosajón, el más crítico con la actuación del dirigente español.

El 30 de octubre se llegó a un consenso entre los tres grupos de trabajo sobre recomendaciones muy concretas. Las más importantes son:

- La entrada de 15 atletas olímpicos aún en activo (en opinión de Samaranch la propuesta más difícil de aprobar) y fijar en 115 el número máximo de miembros del COI, con 15 presidentes de comités olímpicos nacionales o de asociaciones continentales, otros 15 de federaciones internacionales y 70 miembros elegidos a título individual, pero ya no a dedo (la cooptación), sino que se creará un comité de selección para definir los méritos.

- Rebajar la edad límite de todos los miembros y para todas las funciones a 70 años, aunque a los actuales se les mantendrán sus derechos hasta los 80. Sin embargo, la renovación de los cargos se efectuará indefectiblemente cada ocho años.

- La duración del mandato de los presidentes, en cambio, sería de ocho años como máximo. Se terminarían, pues, largos períodos como los 21 años que puede estar Samaranch.

- La eliminación de las visitas de los miembros a las ciudades candidatas. Es el punto que ha causado más llagas en los implicados, pero se ha demostrado que con los intereses económicos cada vez mayores por lograr las sedes se había disparado la corrupción. Una solución de compromiso sería que algún viaje fuar asumido por el propio COI, nunca por las ciudades.

- Precisamente para evitar gastos inútiles de candidatas no suficientemente preparadas, se perfilarán aún más los cortes o selecciones previas hechas ya para las últimas elecciones de la sede veraniega de 2004, ganada por Atenas, y la invernal de 2006, en la venció Turín.

- La firma de un contrato entre el COI, el comité de organización de la ciudad ganadora de la sede y su comité nacional, por el que se especifican las obligaciones de la ciudad, su código de conducta y las sanciones en caso de no cumplirlo. El COI quiere así que se repartan al 50% los posibles casos de corrupción y no cargar con toda la culpa como ahora. También se ha dicho que si hubo miembros corruptos, es que las candidatas y sus dirigentes, los corrompieron.

- Confirmar, como ya se hacía en los últimos años, pero apenas se conocía, que los movimientos de dinero del COI en cada olimpiada (cuatro años entre los Juegos Olímpicos) deben ser públicos indicando de dónde vienen los ingresos y a qué se dedican.

- Con referencia a los atletas, además de limitar en un futuro el gigantismo de los Juegos de Verano (los de Invierno aún no están sobredimensionados), reduciendo el número de pruebas y de participantes, habrá una referencia importante al dopaje. Cada atleta, para estar en los Juegos, debe tener un pasaporte limpio de no haber dado positivo en controles.

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