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Un fracaso de todos

EDUARDO URIARTE ROMERO

Probablemente haya sido en el comunicado de abandono de la tregua donde más claramente se ha entendido lo que ETA planteaba con ella: cohesión de un frente nacionalista, exigencia al PNV de abandono de sus pactos con partidos no nacionalistas -el PSE y el PP- promoción de un proceso de construcción nacional, amén de la creación de una circunscripción única, con Navarra y el País Vasco francés, cara a un referéndum de autodeterminación. Un listón demasiado alto y contradictorio con la realidad. Si era eso cierto, no sé en que estaban pensando el PNV y EA. Si no lo era, no sabían con quien se estaban jugando su prestigio político.

El caso es que, al final, los más vapuleados en las críticas son los que más cerca han estado, cosa habitualmente ejercida por los que asumen planteamientos totalitarios y que deja no sólo a éstos, PNV y EA, sino a gran parte de los colectivos de EH con dos palmos de narices. Me recuerda cuando el dictador Francisco Franco decía cómo tenían que ser las cosas, tomando la última palabra.

Quizás haya más contradicciones. Podrían existir celos ante el protagonismo político que EH estaba ejerciendo, celos ante su éxito electoral, temor a que la vanguardia armada quedara superada por la formación política inmersa en una práctica institucional que pudiera demostrar que el ejercicio de la política sirve, y no la violencia. Y, aunque se mantenga el pacto de legislatura entre EH y el Gobierno vasco, ¿cómo va a apoyar EH, una vez rota la tregua, unos presupuestos, los del Estatuto, que incluyen los de la Ertzaintza? Si los aprueba, tanto mejor para el sistema.

Ante la marcha que están tomando los acontecimientos en Irlanda del Norte, ETA corre el riesgo de quedarse sola en Europa. Allí, donde la guerra civil ha sido una realidad, las metas planteadas en el proceso de paz han sido, curiosamente, mucho más asequibles, porque la búsqueda de la reconciliación y de paz preside el proceso de creación de comunidad política de una forma más nacional que la que se ha planteado aquí, que es tan solo nacionalista. El Reino Unido sigue ostentando competencias importantes, la República de Irlanda renuncia a sus pretensiones anexionistas. Allí se constituye un gobierno de concentración entre nacionalistas y unionistas; aquí se impuso que no se repitiera la presencia del PSE en el Gobierno y siempre ha existido la sospecha de que Lizarra excluía la asistencia de los dos grandes partidos constitucionalistas.

Sea proceso de paz o proceso nacionalista a lo que hemos asistido, dificilmente se puede entender que éste se desbarate sólo porque los llamados estatalistas no hayan entrado en él; cuestión que vemos no se deseaba. El listón ha sido de tal altura que incluso ha sido inalcanzable para el PNV y EA. Probablemente la razón de la ruptura esté en el desoimiento de iniciativas de ETA por parte del PNV y EA, no en lo que no ha hecho el Gobierno central. Si al Gobierno central se le atribuye falta de imaginación, ¿qué ha hecho el PNV y EA, cerrando la puerta de diputaciones y Ayuntamiento de Bilbao a EH, o no admitiendo el boicot a las elecciones generales?, ¿carecen de imaginación o les sigue rigiendo algo de sensatez? El fracaso no es sólo del proceso de paz sino, a la postre, del frente nacionalista. De ahí la necesidad de algún jelkide de seguir dando protagonismo a ese frente.

El fracaso de la tregua no es sólo el fracaso de todos, es en primer lugar el fracaso de todos los que estuvieron en Lizarra, aunque todos sintamos ese fracaso, por sus consecuencias y por solidaridad democrática, como propio. De todas maneras, mientras ETA crea, escandalizada, que lo realizado "intenta ahogar a la izquierda abertzale en la normalidad política y con la intención obstinada y maligna de la interrupción provisional de que las acciones de ETA pasara a ser definitiva e irreversible", no hay manera de dar solución. Son demasiados años de gueto violento, de inversión respecto a muchos de sus principios originarios, de lógica cerrada sin referentes ajenos y de demasiadas lisonjas y legitimaciones ajenas. Pueden consolarse el PNV y EA como la zorra, agotada por los saltos ante listón tan alto de donde penden las uvas de la fábula: "están verdes".

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