El extranjero soy yo
Podría argüir diversos motivos por los que los comentarios acerca de la vida de los inmigrantes (ante todo los magrebíes) y la ley que pretende regular su situación laboral y humana en nuestro país me hacen sonrojar. Simplemente como ciudadano de una nación que ha sido tradicionalmente emigrante, ya tendría motivos sobrados para apelar a la memoria ciudadana. Pero resulta que participo como voluntario en el Programa Murcia Acoge de apoyo al menor musulmán y vivo de cerca la peripecia de estos niños y adultos para integrarse en España. Y puedo asegurar que, tanto los mayores, en su trabajo, como los niños, en su esfuerzo diario por escolarizarse y aprender nuestro idioma e impregnarse de nuestra cultura, merecen un respeto y un tratamiento muy distinto del que le dan muchos medios de comunicación... Y para qué hablar de la clase política, que, día tras día se aleja un poco más de la realidad del ciudadano medio y que está, a mi parco entender, muy poco autorizada para opinar y legislar sobre asuntos que no conoce.Hace unas tardes salí a pasear. Un niño magrebí, Mohammed, se dirigía a su casa flanqueado por dos niños rubitos cartageneros. Iban hablando de sus cosas, en perfecta armonía, convivencia, cariño y respeto... ¡Cuánto me gustaría que esta imagen llegara a las altas instancias de las personas antes citadas.- . .