La cosa maligna
JULIO SEOANE
Se habla demasiado de dinero en estos días, y tengo la sensación de que pretenden entretenernos con baratijas de poca importancia. El dinero, al principio, era moneda de buen material, después fue papel más o menos convertible, luego papel en el que había que confiar y hoy es simple plástico difícil de reciclar. Algunos ya saben que el dinero es agua pasada y que el futuro está en el bit. Hace tiempo que el poeta dijo, hablando del dinero, que los espíritus ponen confianza infinita en lo infinito. Y el espíritu actual no conoce nada más infinito y poderoso que los bits.
Por supuesto que todavía existe demasiada gente que pasa hambre y miserias, pero eso tiene poco que ver actualmente con el dinero. Eso es trueque o intercambio directo entre una sociedad criminal y una masa de excluidos que no tienen nada de interés para los opulentos. Y eso hoy no toca, como diría algún político ante los micrófonos. Hoy toca hablar de la abundancia, de los satisfechos, de los bulímicos del dinero, una enfermedad terminal del milenio que languidece ante la aparición del bit.
Un bit es la unidad más diminuta de información, algo así como la peseta de Internet, es la abreviatura de "dígito binario", un número que puede ser cero o uno, sí o no. Encender o apagar la luz de casa constituye un bit, pero es un bit casero, hogareño, sin importancia. Los que realmente valen son los bits comunicables, los que viajan por las redes informáticas. Bill Gates es importante no por tener mucho dinero; al contrario, tiene todo el dinero porque inunda muchos millones de bits en la red. Cualquiera de nosotros no ocupa casi nada en la red, como mucho un puñado de bits con el nombre o la dirección. La exigencia social del próximo milenio será tener más espacio en la red, más bits de información. Tantos bits ocupas, tanto vales.
Pero los bits también pueden ser malignos y hasta pueden perseguir sin compasión. Por ejemplo, ¿tendremos AVE en el 2004, sí o no? He aquí un bit maligno. La gestión atípica del Ivex valenciano, ¿es responsabilidad del gobierno de la Generalitat, sí o no? Este es todo un señor bit, sin duda. El presidente Zaplana produce más bits de información en estos días que durante la última campaña electoral. Alguien debería recordarle aquel conjunto clásico y agorero de bits informativos: César, guárdate de los idus de marzo. "¿Sí o no?" es, en este caso, el bit perverso.
Polémicas al margen, eso de fabricarse miles de millones de pesetas de un día para otro es un poco hortera, pasado de moda, fuera de tono, vulgar. Lo que me preocupa realmente de telefónica es que controla nuestros bits, dificultando y entorpeciendo nuestra existencia en la red, algo a lo que todos tenemos derecho y que será esencial para sobrevivir en el próximo milenio. Lo del dinero es negociable, pero que nos dejen los bits en paz.
En términos cinematográficos de los años ochenta, el bit es la cosa maligna de la nueva época, eso que nos gustaría devolver a los dioses pero que, para hacerlo, por muy locos que estén, tendríamos que comunicar con ellos empleando más bits y entonces no compensa. No lo duden ustedes, si se ven obligados a elegir entre más dinero o más bits, una especie de dilema del prisionero en plan actual, decidan a favor del bit, tiene mucho más futuro como cosa maligna.
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