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Reportaje:

Sillas de montar calientes

A altas horas de la madrugada, inmersa en un ambiente festivo de humo, música bakalao y luces discotequeras, y con la clientela cargada con unas cuantas copas de más, Sharron tendrá que aguantar muchos viajes veraniegos en postura cuadrúpeda y con alguien agarrado a sus caderas. Pero el revolcón, propiamente dicho, lo más probable es que se lo lleve, acompañado de algún que otro coscorrón, el parroquiano que se arriesgue a montar en la atracción más tórrida de la próxima temporada. Mientras, a su versión masculina, Darren, le espera un trato similar e igualmente vejatorio, aunque en una postura más difícil de describir.Sharron y Darren son dos muñecos de plástico y aluminio moldeados a tamaño natural que constituyen la evolución natural de un toro mecánico de feria adaptado con iconografía fallera a los ambientes más locos, festivos y desinhibidos de la noche.

Invitados de piedra a Induferias"99, el escaparate de las atracciones feriales que se celebra estos días en Valencia, se convirtieron ayer en el foco de todas las miradas. Y eso que el ambiente que rodeaba a estas sillas de montar calientes no era el más adecuado. Castillos hinchables de tamaño descomunal y colores estridentes, camas elásticas de última generación, coches de choque de líneas futuristas, expendedores de chicles y otras chucherías, parques infantiles con luz y sonido, tiovivos que parecen de dibujos animados, máquinas de azar y hasta las clásicas churrerías estructuraban un marco algo extraño para una atracción con marchamo de "sólo para adultos".

De hecho, desde Galaxi Multi Rides, la empresa inglesa que fabrica la novedosa atracción, se asegura que todos los clientes que se hacen con sus toros (o humanos) mecánicos son propietarios de discotecas o empresas que se dedican a alquilarlos para despedidas de soltero (o de soltera) y otras celebraciones con visos de llegar a un estado de completa relajación de todas las convenciones sociales.

El negocio parece claro, o eso afirma Robin Whincup desde su stand de Feria Valencia. Asegura que los compradores encuestados han obtenido hasta 20 millones de pesetas anuales por una atracción que cuesta dos millones y medio de pesetas. Por ese precio además de la montura tradicional, el recio toro, se incluye a Sharron, con corsé y liguero, y a Darren, bocarriba, con los pantalones vaqueros bajados a media pierna y un apéndice de dimensiones adecuadas para servir de atípica rienda. Para clientes más moderados, una oveja, una botella de cerveza, una tabla de wind-surf o una de snow-board son otros de los accesorios que, a 120.000 pesetas, pueden adaptarse igualmente a este engendro mecánico con aspecto de descoyuntar al más recio.

La empresa asegura que han vendido más de 50 en toda Europa, sobre todo en el Reino Unido. Y Pro-Fab, la firma de Cabanes (Castellón) que los distribuye en España, especializada en (mucho más inocentes) castillos hinchables, afirma que en dos días de feria han vendido media docena de toros.

Ayer, una exhuberante empresaria que acababa de adquirir un toro mecánico para una discoteca de Tenerife, no tuvo inconveniente en probar el aparato. Lo hizo ante las cámaras fotográficas y de televisión y en la versión Darren, sentada en la barriga del muñeco y pilotando con la energía de quien espera girar a muchas revoluciones por minuto y no le teme a los revolcones. Sin embargo, la escena no pareció excesiva a una concurrencia, entre la que no faltaban los niños, que ya está muy acostumbrada a los ninots falleros con movimiento.

Momentos antes, Lee, de Galaxi Multi Rides, orondo y con gafas, demostró de rodillas, aunque la postura no resultara nada piadosa, cómo se evoluciona junto a la rubia Sharron, de mirada perpleja. Si en un ambiente nada festivo se atrevió a darle un par de cachetes a su montura, qué no será capaz de hacer en la intimidad de una discoteca benidormí.

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