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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

'No' a la violencia de género

Llega el 25 de noviembre, un día en el que muchas mujeres salen a la calle a denunciar la situación que les rodea -un día más, pero especialmente relevante-, para decir no a la violencia de género. Hace ocho años se empezó a celebrar este Día Internacional contra la Violencia Ejercida sobre las Mujeres en memoria de las hermanas Mirabel, brutalmente asesinadas por la dictadura de Trujillo en la República Dominicana. Ellas fueron un número más en los millones de mujeres agredidas en todo el mundo, pero también supusieron un símbolo que dio lugar a un día especial de queja, reivindicación y lucha contra esta violencia hacia las mujeres mucho más cotidiana de lo que se cree.Desde aquel primer 25-N se ha avanzado mucho en el reconocimiento y condena generalizados del problema, pero todavía no es suficiente. En 1985 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó su primera resolución sobre violencia contra la mujer, aunque hay que esperar hasta 1992 para que el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra las Mujeres declare la violencia como forma de discriminación, y a 1993 para que se trate como una cuestión de derechos humanos en la conferencia de Naciones Unidas. Es entonces cuando el término violencia adquiere todo su sentido: "Por violencia contra la mujer se entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, incluso las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada".

Es evidente que la violencia contra las mujeres sobrepasa el ámbito doméstico y abarca a la sociedad en su totalidad sin excepción de ningún tipo de estamento o institución. Por lo tanto, la violencia de género no puede ser nunca analizada fuera del contexto social y de sus raíces mismas, que no se encuentran en la relación personal hombre-mujer, sino en las bases del sistema político-social de patriarcado. La diferencia entre este tipo de violencia y otras formas de agresión y coerción estriba en que en este caso el factor de riesgo o de vulnerabilidad es el simple hecho de ser mujer. La idea de superioridad de un sexo sobre otro lleva a que los niños sean educados en la agresividad, la ambición, la conquista, en valores de ascenso social, mientras las niñas aprenden la entrega, la sumisión, la cooperación, situación que perpetúa los modelos de comportamientos que fomentan la creencia de que el hombre es dueño de la mujer y la consiguiente violencia hacia ella.

Existen muchas más formas de violencia contra las mujeres de las que podemos siquiera imaginar: los abusos sexuales a menores, la violación, la agresión física o verbal, el acoso sexual, los malos tratos físicos o psíquicos, hasta hace poco considerados meros asuntos privados (asuntos que pueden llevar a la muerte) y muchas otras no por poco conocidas menos reales. La violencia se apoya en muchos casos en prejuicios y mitos que condenan a las mujeres, como, por ejemplo, que la violencia sólo existe en familias de clases bajas, que si las mujeres aguantan es porque les gusta, que de hecho deben soportar si tienen hijas o hijos menores, que las mujeres violadas en realidad provocan al agresor. Ya está bien de tantas mentiras y excusas para lo inexcusable, ya es hora de decir no a la violencia, hora de salir a la calle el 25-N, y todos los días, hasta que se cansen de oírnos.- Comisión Antiagresiones de la Asamblea de Mujeres de Bizkaia, .

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