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Parque Ansaldo

JOSÉ RAMÓN GINER

Los sucesos ocurridos en el Parque Ansaldo, en el pueblo de San Juan de Alicante, componen una doble tragedia que no puede dejarnos indiferentes. Tragedia, de una parte, para los afectados, expulsados con violencia de sus míseros hogares, sin que se hubiera previsto para ellos ningún alojamiento y en unas condiciones de iniquidad difícilmente imaginables. Tragedia, también, para la izquierda, incapaz de reaccionar ante estos hechos y de enfrentarse a ellos con dignidad.

Durante las últimas semanas he aguardado que alguna voz, desde el Partido Socialista o desde Izquierda Unida, se alzara para condenar estos sucesos. No la he oído. Sólo algunas personas se han expresado, excusando a sus formaciones y tras advertir que sus palabras eran a título individual. Es bien poca cosa. El silencio de los partidos resulta más elocuente que estas voces y proclama el drama y el fracaso que hoy viven las gentes de la izquierda. Al callar ante estos hechos, al ignorarlos, los partidos se han hecho cómplices de unas actuaciones que repugnan a cualquier conciencia con sensibilidad y deseo de una verdadera justicia social. Desgraciadamente, no parece que hoy sea posible exigir alguna clase de conciencia a quienes dicen representar las ideas de la izquierda. Quizá deberíamos preguntarnos qué ideas son esas que se subordinan con tanta facilidad a la eficacia política hasta aceptar envilecerse.

Nadie puede negar que la situación en Parque Ansaldo era complicada y exigía soluciones. La degradación de la barriada había provocado una violencia que durante años soportaron muchos vecinos del pueblo de San Juan. Estas personas han visto sus casas asaltadas, robados sus coches, amenazados sus hijos. En estas circunstancias, la necesidad de soluciones resultaba apremiante. Durante su paso por el Ayuntamiento, el Partido Popular eludió el problema de manera cobarde. Ha debido ser un partido de izquierda quien finalmente lo aborde. Al alcalde Francisco de Paula Seva no le ha faltado coraje. Su decisión ha sido valiente. Aplaudimos esta valentía, pero no podemos compartir la violencia de su método. Precisamente porque Seva era un político de izquierda estaba obligado a actuar de otra manera. Admitamos que se ha exigido poco y ha optado por la moral de la comodidad.

A menudo, leemos en los diarios que la crisis del Partido Socialista del País Valenciano es una cuestión de ambiciones, donde unas cuantas personas pelean por el poder. No estoy de acuerdo. Al menos, no creo que esta sea la causa, sino la consecuencia. Hace tiempo que el socialismo, en una búsqueda desesperada de eficacia, viene despojándose de su ideología hasta el punto de renunciar a cualquier transformación de la sociedad. No se falta a la verdad si se afirma que el Partido Socialista es hoy un partido conservador. De esta manera, piensan sus estrategas que lograrán más votos. Tal vez sea así. Pero también podría ocurrir que, en un futuro, se encontraran con dificultades para definir su identidad. Yo, al menos, entre la actuación de Francisco de Paula Seva en Parque Ansaldo y el "existía un problema y se ha solucionado", de José María Aznar, no alcanzo a ver las diferencias.

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