Con la música a cuestas
El Conservatorio de Música de Girona ocupaba hasta hace pocos días un viejo caserón ruinoso, una Babel musical donde los intérpretes debían tocar imponiéndose a la macedonia sonora de pianos, violines, clarinetes y saxofones que se filtraba por todas las aulas; un centro asfixiante de alta cultura donde la biblioteca se había improvisado en un aseo y donde la degradación del edificio había derivado en un grave problema de seguridad. Algunos de estos problemas les seguirán a su nueva sede provisional, desde donde continuarán reclamando para las clases de música la misma dignidad académica de cualquier estudio de secundaria.Tras años de reivindicaciones y promesas barridas por el viento, alumnos y profesores habían recibido con desahogo la noticia de que la Diputación de Girona se había gastado 303 millones en la compra de un edificio al que podrían trasladarse en breve. Pero la alegría dura poco en la casa del pobre, y menos aún si éste es músico. La corporación se vio obligada a reconocer hace unas semanas el fiasco de su operación: el local no reunía los mínimos requisitos acústicos ni estructurales para el conservatorio. Mientras la Diputación se escaldaba con una patata caliente del tamaño de un edificio de más de 5.000 metros cuadrados, al conservatorio le llegó la desilusión y unas justificadas prisas. Ningún informe técnico se aventuró a certificar la plena seguridad del inmueble del casco antiguo y, ante el temor de que una desgracia acabara por convertir un vodevil político en una sinfonía trágica, debió buscarse rápidamente un espacio alternativo. Desde hace una semana los operarios trabajan contra reloj para adaptar la última planta de la Casa de Cultura para convertirla en un refugio temporal de los músicos. La nueva sede debe abrirse el 9 de diciembre.
El Conservatorio de Girona empezó como una institución familiar, hace medio siglo, en la misma casa particular del casco antiguo que ocupaba hasta ahora. Su crecimiento, acompañado de modestas reformas y ampliaciones, había hecho insostenible un censo de 350 alumnos y 35 profesores. "Pero la nueva sede sólo nos libra de la angustia de que se nos caiga la casa encima, y persistirán los problemas de sonoridad y adaptación del edificio", afirma Miquel Sunyer, director del centro.
El conflicto ha generado duros alegatos por parte de profesores, padres y estudiantes. Los alumnos se manifestaron recientemente ante el Teatro Municipal durante la celebración del Concurso Internaciona de Canto Jaume Aragall. Sunyer piensa que la amarga experiencia les sirve de lección: "El músico no puede aislarse en una nube creativa y quedarse al margen de lo que ocurre a su alrededor, debe implicarse en la lucha social y exigir soluciones a los políticos". De esta exigencia ha venido el compromiso del presidente de la Diputación, Carles Pàramo, de que los estudios de música en Girona contarán con un nuevo conservatorio durante este mandato. El alcalde de Girona, Joaquim Nadal, está dispuesto a ceder terrenos municipales para el centro. El colectivo implicado exige que la clase política devuelva al conservatorio la dignidad perdida.
Los jóvenes intérpretes de la Orquesta del Conservatorio de Girona ofrecerán hoy (18.00 horas) un concierto reivindicativo en plena rambla de la ciudad.
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