"Mis amantes no pueden competir con los de Internet"
Pregunta. ¿Otra vez enganchado al photoshop? Lo tuyo con el ordenador empieza a ser preocupante.Respuesta. Si esto hubiera existido cuando yo era pequeño, no habria sido escritor. ¿Qué te parece esta foto de Lex Barker? La estoy coloreando. Mira, si aprieto aquí, los morros de Lex Barker ocupan toda la pantalla, y los labios que besó la gran Tita Cervera son míos, ¡míos!
P. Supongo que también serás adicto a Internet.
R. Por supuesto. Gracias a Internet te libras de aguantar en directo a un montón de pelmazos, y encuentras unos hombres que no existen en el mundo real. Aunque se cabreen mis amantes, yo siempre les digo que no pueden competir con el ordenador. Hay cada foto... El otro día me bajé unas estupendas de Lorenzo Lamas.
P. Tengo la impresión de que escribes en los ratos libres que te deja el photoshop.
R. Me tiro un montón de horas pegado al ordenador, 15 o 16 al día. Es cosa de mi carácter compulsivo. Cuando escribo me pasa lo mismo, también le echo 16 horas diarias, y me paso varios meses obsesionado por el libro.
P. Terenci, el amigo de las pantallas. Supongo que también te has pasado al DVD.
R. Por supuesto. ¿Quieres que te ponga una película? ¿Cuál prefieres, Vértigo, The manchurian candidate o South Pacific?
P. Cualquier cosa menos South Pacific. ¡Odio a Rodgers y Hammerstein! No entiendo qué le veis los homosexuales a esos espantosos musicales de Broadway.
R. Cómo se nota que no eres un niño de los años cincuenta al que sus padres premiaban, cuando se portaba bien, con una proyección de South Pacific en el Kursaal, mi cine favorito de todos los tiempos. Hombre, esto del musical ha degenerado bastante gracias a tipos como Andrew Lloyd Webber, pero los antiguos tienen su gracia. Creo que Joshua Logan debía de tener un ramalazo gay, pues South Pacific está lleno de marineros semidesnudos. Ahora que lo pienso, South Pacific es un claro precedente de la película de Fassbinder Querelle.
P. El cine reciente no lo frecuentas mucho, ¿verdad?
R. No hay demasiadas cosas interesantes. No voy mucho al cine, pero es que con este enfisema que me está dejando sin pulmones me canso enseguida en cuanto salgo a la calle.
P. Pues deja de fumar, hombre, no sé qué prisa tienes por reventar.
R. No me sermonees, Ramonet, que de eso ya se encarga mi querida secretaria Inés, que se pasa el día cantándome las cuarenta.
P. Por lo menos, tu estado agónico no te impide dedicarte a la promoción de Chulas y famosas.
R. Me gusta hablar con la gente, con los lectores, con los periodistas de provincias, aunque hay cada uno... Hace unas semanas me llamaron a las diez de la mañana para preguntarme mi opinión sobre los últimos premios Planeta. Les dije que no me había enterado de nada porque no fui a la fiesta. Coincidía con un recital de la Caballé en el Liceo y eso son palabras mayores. Pero ellos insistieron y me preguntaron qué opinaba de Espido. Así, a secas. Se referían a Espido Freire, pero yo entendí que me hablaban de los bañadores de competición Speedo. Así que les dije que estoy a favor y que ya era hora de que los americanos dejaran de llevar esos horrendos calzones de baño y se pasaran al slip marcapaquete. Ya puestos, me puse a cantar las excelencias físicas del nadador Greg Luganis, que fue amante del príncipe Alberto de Mónaco y que tiene unas páginas web que visito con fruición. ¡Y los muy ignorantes me preguntaron quién es Greg Luganis!
P. Tranquilo. Tampoco se acuerda nadie de tu querido Sabu, protagonista de El libro de la selva.
R. Pues gracias a él los niños raritos de la calle Poniente salimos del armario antes que los del resto de la ciudad.
P. Ahora eres el niño de la calle Poniente más leído en España. Y te lee gente que debería detestarte.
R. Sí, es curioso. Con Chulas y famosas hay gente que se ríe cuando debería cabrearse.
P. Puede que piensen que es una broma desde dentro. Tú lees la prensa del corazón.
R. Es la realidad. Una realidad cutre, eso sí. Pero todavía hay clases. Yo adoro a Isabel Preysler y a Pitita Ridruejo, pero hay cada personaje que es absolutamente zarrapastroso.
P. ¿No te ha caído el chorreo habitual por escribir en castellano?
R. Ya me zurraron la badana a conciencia cuando gané el Planeta. Ese premio me hizo feliz porque me acababa de separar de Enric y estaba hecho polvo. Pero algunos me lo quisieron amargar. Recuerdo una entrevista en TV-3... ya en la sala de maquillaje viene un tipo que no sé quién era y me dice que Roma no paga a los traidores. Luego, en el plató, el entrevistador, que tampoco me acuerdo quién era, me empieza a torturar en directo... Los dos llevaban esas barbas nacionalistas, severas, cerradas, como de... como de...
P. Como de sádico anal, ¿no?
R. ¡Por ejemplo! El caso es que yo ya estaba harto y aproveché una pausa publicitaria para decirle al tipo aquel que o dejaba de zurrarme o soltaba en directo tal obscenidad sobre Marta Ferrusola que le cerraban la parada de manera fulminante. Este asunto del catalán es una pesadez. Es cierto que en castellano se gana más dinero, pero te voy a explicar mi postura de la manera más científica posible: ¡no escribo en catalán porque no me sale del coño!
P. Ya veo que estás hecho un pedazo de botifler.
R. No dispongo de la paciencia necesaria para formar parte de la cultura catalana. Además, me considero más barcelonés que catalán. Ya me dirás tú qué se me ha perdido a mí en Ripoll.
P. Prepárate para las cartas al director de los de Ripoll.
R. En La Vanguardia ya he conseguido que se den de baja algunos suscriptores, pero me da lo mismo. Yo estoy aquí, en casa, sin molestar a nadie, escribiendo, dándole al photoshop, navegando en Internet, revisando antiguallas en vídeo... ¿De verdad no te apetece ver South Pacific? A ver, canta conmigo. Bali Hai, my special island... Come to me... Come to me!!!!!
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