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De Anguita a Bosé, o cómo se divierte la derecha PILAR RAHOLA

Sobre lo mucho que nuestro bienamado Julio Anguita ayuda a la consolidación del PP o, lo que es lo mismo, al desprestigio del concepto de izquierda, entendido como una auténtica cultura de gobierno, ya se ha escrito y dicho mucho. Desde determinadas cuentas bancarias para ayudar a jueces sentenciados, como si nuestro Julio fuera una especie de ONG en versión alucinógena, hasta la teorización de las dos orillas (o cómo querer que gobierne la derecha para que así se hunda la izquierda, para que así la izquierda de verdad hunda a la otra y así todos se hundan juntos), Julio Anguita ha conseguido hacer posible ese difícil sueño de todo megalómano: es decir, que siempre se equivoca antes la realidad que uno mismo. De esta manera, pues, sutil y sobre todo habilidosa, va a conseguir finalmente eliminar de la izquierda pura a todos los impuros que aún se obstinan en enterrar el muro de Berlín -una veleidad que sólo lleva 10 años llevándole la contraria- y que, por tanto, quieren situar el discurso progresista en la modernidad. Es decir, va a conseguir eliminar a todo dios de su olimpo particular de pureza racial, y va a quedarse solo con su voto. ¡Qué belleza la del voto inmaculado de tonterías revisionistas, único y sublime, aún empeñado en salvar al mundo de sí mismo! Tengo la convicción de que si Julio Anguita fuera psicoanalista y una fuera a verle por cualquier tontería sobre la autoestima, saldría odiando a mi madre como corresponde, aunque la señora sea una santa mujer.Mucho se ha escrito y se ha dicho. También en Cataluña, donde gracias a su inefable ayuda, vamos a bailar cuatro añitos más con el tango de Pujol, pero eso lo tenemos bien merecido los catalanes por ser todos unos cochinos burgueses capitalistas. ¿Ribó? ¿Maragall?: pujolitos infiltrados que sólo quieren hundir a la izquierda verdadera. No añadiré, pues, mucho más a lo ya dicho, primero porque tengo una cierta debilidad por la originalidad, y segundo porque, cuanto más digamos, más virgen y mártir se va a sentir nuestro peculiar dinosaurio prediluviano y, por tanto, más deseos va a tener de redimirnos los pecados. (Por cierto, ser ex seminarista y a la vez comunista ex de nada ¿es una suma de dogmas o una multiplicación?)... Sin embargo, me interesa reflexionar sobre la fascinación que la derecha pura siente por estos personajes de la izquierda pura, una fascinación que creo que va más allá de la simple estrategia coyuntural.

Lo diré en boca del cantante Loquillo en una entrevista que le hizo el periodista Josep Cuní: "Los dos inventos más eficaces de la derecha española se llaman Julio Anguita y Miguel Bosé". Días después, otro cantante, Ramoncín, me confesaba estar básicamente de acuerdo. Analicémoslo desde la coincidencia. ¿Qué tienen en común un cantante con carnet de rebelde oficial y guapería más oficial aún, con un martillo de herejes capitalistas pasado por el liderazgo de la izquierda que nunca muere? Sin ninguna duda, la adopción de ellos que ha hecho, con promoción sistemática incluida, la derecha que gobierna. Y no sólo porque unas gotitas del antisistema oficial siempre vienen bien para lavar el gris fúnebre del pensamiento único pepero, sino porque además viste bien. Recuerdo que alguien en la Universidad sostenía la teoría de que el dadaísmo había muerto el día en que la burguesía parisiense, contra la cual se formulaba el movimiento vanguardista, había empezado a poner cuadros Dada en el comedor de casa. Se habían convertido en el cuadro antisistema del sistema. Podríamos decir que Anguita y Bosé son, en versión política y en versión cultural, los Dada del PP: mientras uno intenta debilitar a la oposición de izquierdas por la vía de una moralina ultramontana que cree en la resurrección de la carne a través del suicidio colectivo, el otro, Bosé, es el señor que nos intenta hacer olvidar que la RTVE del PP no tiene nada de liberal, ni nada de progresista, ni nada de democrática.

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