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GENTE

EL IDIOMA IMPIDE EL REMEDIO

El último premio Nobel de Literatura, el alemán Günter Grass, leyó algunos pasajes de su libro Mi siglo en el Centro Cultural de São Lourenso y después fue a refugiarse en una casa perdida, que construyó en la sierra de Monchique, en la región portuguesa del Algarve. Grass dijo que hacía dos semanas que padecía una fuerte gripe y no quiso dar entrevistas a los periodistas que le asediaban. José Jacinto, un anciano de 80 años que cuida ovejas y vive solo con su gato, es su único vecino. El anciano no se explica cómo es posible que "una persona tan importante" se haya instalado en un lugar que ya fue abandonado por los pocos que vivían en aquella zona. "No puedo hablar con él, porque no entiendo su idioma, pero son muy buenas personas, porque él y su esposa siempre me saludan cuando pasan por aquí", dijo Jacinto. Cuando se enteró de que Grass tenía gripe, el anciano le recomendó "un remedio santo": un fuerte licor casero con una cucharada de miel, que sirve "para limpiar el organismo y pone al hombre en forma". El problema que tiene el único vecino del Nobel es que no puede explicarle la receta.-

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