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ÚLTIMAS PLAZAS PARA LA EUROCOPA 2000

El más apasionado partido de repesca

Inglaterra y Escocia se enfrentan hoy en Glasgow en un periodo de crisis de los dos equipos

"El partido del siglo", dice un titular de la prensa británica. No, dice otro, "el partido del milenio". Se trata del encuentro que disputan hoy en Glasgow las selecciones de fútbol de Escocia e Inglaterra. Volverán a enfrentarse el miércoles en Londres. Entonces se tendrá que recurrir a aún más grandilocuencia. El partido de los dos milenios. El partido más grande de la historia de la humanidad. Y el público se lo cree. La demanda de entradas para los dos partidos ha sido cinco veces mayor que la oferta. Kevin Keegan, el seleccionador inglés, ha reconocido que si su equipo pierde es "bastante probable" que lo maten.Tal es el grado de histeria colectiva que hasta la Reina ha sido incapaz de contenerse. Isabel II, cuyo interés en el deporte parecía hasta la fecha que empezaba y acababa con los caballos, puso el dedo en la llaga imperial con la triste y lapidaria observación: "Es muy mala suerte para nosotros que ambos equipos no puedan pasar a las finales.".

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Muy mala suerte. Efectivamente. Muy mala suerte que Gran Bretaña ya no reine ni en los mares ni en los campos de fútbol. Muy mala suerte que la gente que tuvo el genio de inventar el fútbol y la generosidad de repartirlo por el mundo tenga ahora que someterse a la humillación de disputar un partido que, rebajándonos a la banal realidad, no es ni del siglo, ni del año, ni de la semana. Sino de repesca. Para ver si las dos selecciones que protagonizaron el primer partido internacional de fútbol de la historia, en Glasgow en 1872, serán capaces de entrar por la puerta de atrás a las finales de la primera Eurocopa del tercer milenio después de haber fracasado en su intento de entrar por la puerta grande. Como lo han hecho Italia, España, Noruega y otros neófítos de un deporte que en las islas ya se practicaba, como relata Shakespeare, en tiempos de Felipe II.

Es difícil decidir cuál de las dos selecciones, la escocesa o la inglesa, da más pena. Como reconocía ayer en el Daily Telegraph el veterano cronista David Miller, jamás en su historia Escocia ha tenido "tan pocos grandes jugadores". Mejor dicho, no tiene ni uno. El dúo ofensivo, el Raúl y Morientes, de la selección escocesa consiste en un tal Billy Dodds, del Dundee United, y Gary McSwegan, de un equipo llamado Hearts. Hasta hace un par de días nadie fuera de Dundee United o de Hearts sabía quiénes eran. El jugador clave de los escoceses, dicen los que opinan de estas cosas, es Colin Hendry. Capitán de la selección, Hendry ejerce de central en el Glasgow Rangers. Sólo que el técnico del Rangers no lo considera lo suficientemente bueno como para ponerlo en un primer equipo donde la mayoría de los jugadores son extranjeros.

En cuanto a Inglaterra, tiene en Michael Owen, o en David Beckham, jugadores que cada uno de ellos recopilaría dos veces más dinero en el mercado de traspasos que la selección escocesa en su conjunto. Aún así necesitaron buena suerte para salir segundos en el grupo clasificatorio de la Eurocopa que ganó Suecia con facilidad. Analizar el porqué de la incapacidad de la selección inglesa para jugar al nivel que exige la eterna nostalgia de su afición es tema para una tesis doctoral en historia y sociología.

Mientras tanto, Keegan no convence. Es un maestro en las conferencias de prensa, un gran comunicador. Podría haber sido, y tal vez aún lo será, el Michael Robinson de la televisión inglesa. Pero como entrenador parece sufrir el mismo síndrome de indecisión táctica que su compañero de equipo en el gran Liverpool de los años setenta, John Toshack.

En los siete partidos que ha ejercido de seleccionador, Keegan ha utilizado cinco diferentes alineaciones. Después del último partido, un 2-1 en casa contra Bélgica, propuso que lo que tenía que hacer la selección inglesa era dejar de intentar jugar a lo fino, como los "continentales", y volver a la intensidad, al frenesí, al "espíritu de bulldog" del fútbol inglés tradicional. Jugar como perros tenaces es la única opción que conocen los escoceses, por lo que el espectáculo de hoy no se perfila como un clásico para los amantes del futbol arte. Para eso mejor quedarse con el España-Brasil.

Pero si teatro es lo que se busca, teatro a lo grande, pasional, empapado de historia, el estadio de Hampden ofrece esta tarde lo mejor que hay en el mundo.

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