Contrastes del golf
García y Olazábal recargan su agenda hasta final de año; Jiménez, que ha rechazado una oferta para jugar el 2000 en el circuito americano, descansará
Antes de empezar a jugar la última ronda del torneo de Valderrama, Sergio García y José María Olazábal ya sabían que tenían que funcionar a golpe de cronómetro todo el domingo para que los planes salieran bien. Su jornada estaba tan planificada como un atraco perfecto. Un avión alquilado salía de Málaga a las 19.00 para llevarles a París. Si no ganaban el torneo, perfecto, aunque sin tiempo para ducharse. Pero si lo ganaban, o sin ganarlo disputaban el play-off, comenzaban las complicaciones. Hasta habían pensado en un helicóptero que los llevara de San Roque a Málaga, a más de 100 kilómetros. No ganaron, pero acelerados llegaron al aeropuerto de Málaga. Aterrizaron en París Charles de Gaulle casi tres horas después y a las 22.45, sin apenas tiempo ni para un bocadillo, embarcaron en un avión con destino Tokio. En Japón jugarán dos torneos interesantes económica y promocionalmente.Mientras, Tiger Woods, también a miles de kilómetros de su casa, tuvo por lo menos tiempo de tomarse con calma la noche de su victoria, aunque ayer debió madrugar para cumplir en Valderrama con su patrocinador, un compromiso llamado clinic (agarrar a unos cuantos ejecutivos de empresa y aficionados afortunados y decirles cadera arriba, hombros abajo, los pies aquí y el palo allá, ya veréis cómo vuela la bola). Después, sin apenas tiempo para comer a gusto, un par de enlaces aéreos y un vuelo largo rumbo a Taipei, donde esta semana jugará un torneo interesante económica y promocionalmente.
Mientras, en Churriana, al lado de su casa, Miguel Ángel Jiménez, con 64 millones de pesetas más en su cuenta corriente, se juntó con sus amigos y su gente para hacer un poco de cachondeo, celebrar su segundo puesto y todo lo bien que le ha ido este año. Después, el malagueño seguirá por su zona, sus pescaítos y su Ferrari, y jugará esta semana el campeonato de España por allí, en Guadalhorce.
Jiménez, el jugador español que ha alcanzado la fama y el reconocimiento mundial a los 35 años, reveló la noche de su segundo puesto tras Tiger Woods que en las vísperas del torneo había recibido una invitación para disputar el circuito de torneos de la PGA Americana, allí donde florecen los dólares, el sueño de cualquier profesional, la atracción a la que casi nadie se resiste. Dólares: Jiménez ha ganado este año en Europa más o menos un 1.200.000 dólares, con lo que ha terminado cuarto en la lista de ganancias. Esa cantidad es la que se ha embolsado Notah Begay, el 30º en la lista estadounidense. Pero, al igual que Olazábal, el golfista malagueño probablemente rechazará la petición. "Me gusta mucho Europa", explicó Jiménez. "Allí hay mucho más dinero, sí, pero a mí me importa más competir y estar a gusto. Aquí en Europa me lo paso muy bien con la gente. Y allí, en Estados Unidos... Terminas un torneo y el lunes viajas a 2.000 kilómetros para jugar otro, y llegas y parece que no te has movido. Un hotel igual, el mismo pasillo, el mismo room service y la misma bandeja con comida de plástico. Y en Europa se está más calmado. El domingo y el lunes a descansar en casa, con la familia, y el martes, a viajar".
Los planes de Jiménez de aquí a final de año incluyen una escapada con su familia a un sitio tranquilo y un ya veremos después, aunque quizás, sí, otro Ferrari. García, Olazábal y Woods no tienen planes, tienen agenda.
Tras dos torneos en Japón, Olazábal deberá darse otra paliza aérea para jugar en Honolulu el torneo del Grand Slam (los cuatro ganadores de los cuatro grandes del año: Olazábal, el Masters; Lawrie, el Open Británico; Woods, el PGA, y Love, segundo en el Open de Estados Unidos, en el lugar del ganador, el fallecido Payne Stewart), y a saltar otro charco para jugar en Suráfrica el torneo del millón de dólares. Terminará el periplo la primera semana de diciembre. Después descansará hasta finales de enero.
Sergio García sólo lleva cinco meses completos como jugador profesional. Pero no ha parado. Ha jugado ya 19 torneos, con nueve semanas de descanso intercaladas, y ha cruzado al menos ocho veces el Atlántico. La semana en que comenzó el torneo de Valderrama confesó que se sentía un poco cansado, pese a que sus 19 años parezcan una fuente eterna de vitalidad. Pero aún no puede pensar en tumbarse a su aire. Después de Japón, El Niño jugará un torneo en California. Luego, como Olazábal, Suráfrica. El 6 de diciembre, por fin en casa, pero pasará la Nochebuena y de nuevo a embarcar. Tiger Woods organiza en Grayhawk (Arizona) un selecto torneo para despedir el año y recibir el 2000. Allí estará Sergio: 29 y 30 de diciembre, juego. 31, campanadas, y 1 y 2 de enero más juego. Toda la familia en Arizona. Regreso, un poco de descanso, y a finales de enero, otra vez a jugar.
A Tiger Woods, el número uno, le quedan también otras cuatro semanas de competición antes de dejar descansar los palos. Parece mucho, pero es menos de lo que hacía hace sólo un par de años. "Una de las claves de mi extraordinario final de temporada", reflexionaba el domingo Woods tras ganar en Valderrama, su cuarta victoria consecutiva, "ha sido lo bien que llevaba mi agenda. Gané el NEC y me tomé tres semanas de descanso; jugué la Ryder Cup, y otras tres semanas parado, y luego gané los tres en que jugué. El descanso es fundamental. He aprendido mucho de mis errores en el 97. Lo jugaba todo y a mediados de temporada ya estaba machacado, agotado. Por eso jugué peor y gané menos, porque estaba cansado. Pero ahora, perfecto, una semana sí, otra no, tres semanas por aquí, tres por allá, salgo luego con más energía, más vigor, y juego al 110 % todos y cada uno de los golpes en una ronda de golf. Lo he conseguido y me gusta". En 1999, Tiger Woods ha ganado nueve torneos, entre ellos tres de los más importantes: uno del Grand Slam y dos del nuevo circuito mundial.
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