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Reportaje:

"Crimen de Gartzain": sigue el suspense

La justicia todavía no ha esclarecido el asesinato de un joven de 33 años, cometido hace cinco años y medio

Ésta es la historia de un crimen sin aclarar. Un asesinato rural, aparentemente pasional, producto de los celos y que, cinco años y medio después de cometido, sigue estando tan confuso como el primer día. Fuera a causa de la ofuscación despechada de un marido engañado, por un ajuste de cuentas vinculado al contrabando o a consecuencia de una de esas ancestrales disputas de lindes y mugas que enfrentan a vecinos contra vecinos, lo cierto es que al anochecer del 29 de mayo de 1994 dos disparos de escopeta de caza del calibre 12 acabaron con la vida de Juan José Mayora Apeceche, de 33 años.Mayora había entablado un año antes una relación sentimental con Nieves Daguerre, de 27 años, esposa de Feliciano Echarte, de 42, y madre de un niño que entonces contaba dos años. Todos los protagonistas de este intrincado drama son vecinos de la pequeña aldea baztanesa de Gartzain, cerca de Elizondo, un idílico paraje aislado del mundo y salpicado de caseríos.

La tarde del crimen, un domingo, Juan José, trabajador de la factoría siderúrgica de Laminaciones de Lesaka, la había pasado limpiando el caserío Martintonea. Nieves subió en su busca y ambos regresaban andando hacia el caserío Etxezuri, domicilio de la mujer. En un lugar donde sólo se escucha el sonido de los animales y el rumor del viento sonaron dos disparos, ambos mortales de necesidad, según relataron los forenses. Una bala de cazar jabalíes y un cartucho de postas mataron al joven e hirieron a la mujer.

La confusión plena

A partir de ahí, el misterio y la contradicción. El arma homicida nunca fue hallada. No existen pruebas materiales que inculpen a nadie. El caso, investigado por la Guardia Civil, ha sido archivado en dos ocasiones y reabierto en otras tantas a consecuencia de sucesivas declaraciones incriminatorias y autoinculpatorias, declaraciones siempre desmentidas después por sus autores.

Las sospechas se han centrado en dos personas. Feliciano, esposo de Nieves, como presunto inductor del crimen, y su vecino Manuel Ariztia, de 54 años, a quien Feliciano habría encargado disparar contra Mayora para darle un escarmiento por las relaciones que mantenía con su mujer, según confesó. De hecho, ambos han estado recientemente 12 días en prisión por las imputaciones de Feliciano, posteriormente desmentidas y explicadas por el propio Echarte como fruto de las presiones de la Guardia Civil en su deseo de cerrar un crimen sin autor. Ambos están a la espera de que un jurado popular les juzgue la próxima primavera.

El crimen no se ha aclarado en todos estos años y el carácter absolutamente reservado de sus protagonistas ha dificultado las investigaciones. En algunos casos, el uso de la variedad dialectal del euskera baztanés ha imposibilitado una mínima comprensión lógica de sus palabras en los interrogatorios policiales y judiciales.

El caso parecía de imposible resolución, pero a finales de 1998 la Guardia Civil recibió un anónimo hablando del caso en el que se vinculaba al fallecido con el contrabando de oro y se citaba incluso a Luis Roldán, ex director de la Guardia Civil y ex delegado del Gobierno en Navarra, como protector de ese tráfico ilegal. Aunque el instituto armado negó validez alguna a ese escrito, su recepción, unida a los resultados de la investigación que emprendió un detective privado contratado por la familia del asesinado, llevaron a la Guardia Civil a reactivar sus paralizadas pesquisas. Si años antes el presunto autor de los disparos, Manuel Ariztia, había acusado falsamente a su propio hermano Paulino de ser el autor del crimen, por lo que éste último pasó varios días en prisión, ahora era Matías Echarte, hermano del marido despechado, el que declaraba a los agentes que Feliciano y él habían hablado alguna de vez de darle un "escarmiento" a Mayora. La confesión no pasó de ahí y el 22 de septiembre pasado se vuelve a archivar el caso. Pero hace unas semanas la Guardia Civil aprieta las clavijas a la única testigo de los hechos, Nieves Daguerre, y ésta consigue que su marido se autoinculpe y acuse a Ariztia de ser el autor material de los disparos. Pero después la mujer se retracta de todo lo dicho y justifica su testimonio en las presiones de la Guardia Civil que, según ella, le había amenazado con enviar al hijo de la pareja a un orfanato.

Tras ser detenidos y encarcelados, la juez de Instrucción número 2 de Pamplona les dejó en libertad el pasado día 19, al considerar improbable que huyan de la justicia. Uno de los abogados defensores asegura que el caso se encuentra en punto muerto: "Habrá juicio porque la juez habla de indicios de responsabilidad criminal, pero no habrá condenas porque no hay prueba alguna en contra de ninguno, a excepción de unas acusaciones verbales después desmentidas".

Disparos lejanos

El presunto autor de los disparos ha negado siempre su participación en los hechos. Según su versión, ese día oyó los disparos cuando se encontraba en la borda de un tío suyo, distante unos dos kilómetros. La pasada semana, se realizó una prueba pericial y a esa distancia nadie fue capaz de oír los disparos de comprobación efectuados por la Guardia Civil. Feliciano sólo posee una escopeta en desuso. Su hermano Matías tampoco tiene armas de caza. Manuel no tiene escopeta. Quien sí tenía un hermano con una escopeta de caza era Miguel Francesena, otro vecino que se presentó en la escena del crimen instantes después de los disparos. Su escopeta, analizada en su día por el instituto armado, había sido disparada poco tiempo antes, pero dadas las características de este tipo de armas no se pudo determinar si de sus cañones salieron los disparos que pusieron fin a los días de Mayora.

Para acabar de enredar el asunto, al menos tres testigos situaron en el lugar del crimen a otro vecino, ya fallecido, Jesús Urriaga, con el que Mayora había mantenido tiempo antes una "enganchada de sacudirse" por una discusión sobre los límites de los prados contiguos que ambos poseían. ¿Una venganza por las mugas? ¿Un ajuste de cuentas relacionado con el contrabando de ganado? ¿Un escarmiento por una infidelidad? Cinco años y medio después aún sigue oculta.

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