Sant Judes, faves pelludes
Hoy se celebra san Judas -no el Iscariote, ¡no!-, sino el Tadeo. A pesar de formar parte, como apóstol, de la aristocracia santoral, a pesar de ser hermano de Santiago y primo (algún apócrifo lo hace hermano) y paisano (nazareno) de Jesús y ser carpintero de oficio y crucificado en Persia, es, seguramente, el santo más olvidado del cielo, sin duda por la homonimia con el discípulo traidor, quien le proyectó desafecto y aversión. A algún infante se atrevieron a imponerle Tadeo, pero creo que sólo existe en el orbe una persona con el nombre de Judes -en valenciano-, que, encima, es jesuita, amigo ("felicitats!") y, casualmente, párroco de Natzaret; el de Gandia, claro.Ante la probable vacación celestial del Tadeo, se cree que si se le pide alguna gracia, la concede, por difícil que sea. Tradicionalmente, le han invocado las doncellas peor favorecidas, a las que se obligaba a rezar una mágica cuarentena de credos, a las doce en punto de la noche y, para mayor inri, el primer día tenían que recitar uno; el segundo, dos, el tercero, tres y, así, hasta llegar a los cuarenta. A las que tienen mayores dificultades, se les exigen dos cuarentenas. Eso sí, sin descontarse, no sea que la santa ira, en lugar de un casadero, envíe una desgracia (a veces, pueden ser la misma cosa, ¿no?).
Abogado de desesperados e imposibles. Agradecía tanto el recuerdo que otorgaba éxitos inverosímiles. Pero, quizás esto también haya cambiado últimamente ante las nuevas sensibilidades hacia los marginados. De hecho, en la casa grande de Sant Nicolau, en la calle de Cavallers de Valencia, donde sant Judes tiene habitación, atrae tantos devotos que ya compite con el titular los "dillunsos", siendo que su día de culto fue el dedicado a Venus, los viernes.
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