"Cáncer es una palabra molesta que estorba y no dice nada"
El doctor Jordi Estapé, catedrático de Oncología de la Universidad de Barcelona (UB) -quien no quiere ser doctor, sino catedrático-, es uno de los más importantes especialistas españoles sobre el cáncer. Su formación intelectual le proporciona un elemento añadido a su capacidad científica, que le lleva a proclamar que "cáncer es una palabra molesta que estorba y no dice nada" y proponer "una nueva terminología ya, que el reto del próximo milenio es convertirla en una enfermedad curable". Estapé llegó a Barcelona en la estela de las varias emigraciones de su familia, dividida entre Portbou y Badalona, pasando por el Maresme. Su madre fue una de las primeras maestras titulares del país; su padre, un hombre trabajador de sol a sol que tenía una obsesión: darles estudios superiores a sus hijos. Mariángeles estudió magisterio; Favià -¿quién no reconoce aquí al surrealista profesor de Economía?- es economista y abogado, y Jordi, un desastroso estudiante de medicina, ha acabado siendo el primer oncólogo de España.
La razón por la que fue desastroso estudiante hay que buscarla en los tiempos en que le tocó vivir. En la década de los cincuenta, los universitarios habían incorporado la lucha antifranquista a sus asignaturas y Jordi Estapé estaba seriamente tocado por las nuevas filosofías francesas.
En cierto modo, todos éramos existencialistas, iconoclastas y del PSUC, que en Cataluña era el partido, y también el partido del riesgo y de la recuperación de la razón de los vencidos. Nada tan apasionante como el miedo y el romanticismo de la lucha contra el dictador.
Probablemente este currículo intelectual propició que Jordi Estapé iniciara su debate interior sobre la estúpida vida y la estúpida muerte. Sobre la náusea sartriana de ambas cosas. Tal vez la dicotomía entre cáncer y muerte le hizo investigador y oncólogo. Pero eso llegó después de su compromiso político, que le llevó incluso a ser candidato, por su partido, a una alcaldía. Comprendo -le digo al profesor- que usted piense, y con razón, que a qué vengo yo con estos delirios de interpretaciones freudianas. Cuestiones de empatía.
El cáncer es una enfermedad que se produce cuando las células de nuestro organismo se multiplican, se alteran o se dividen sin orden ni control. Como toda enfermedad, tiene su tratamiento y, por lo tanto, su posible curación. Sin embargo -le indico al profesor Estapé- los enfermos de cáncer, sus familiares, su entorno, suelen relacionar este diagnóstico con un futuro, más o menos inmediato, de muerte.
"Es que esta enfermedad mantiene todavía todas las características de las enfermedades sociales incurables", responde Estapé, "porque hace 50 siglos que existe como una enfermedad incurable. Hay que recordar que en los inicios de nuestro siglo todavía no se curaba ni un sólo enfermo y la sociedad contribuyó, asumiendo las viejas fórmulas de los maleficios y los tabúes, con las referencias a los inevitables complejos de culpa, a pensar y a hacer creer que las enfermedades incurables eran un castigo divino". Estapé recurre a la enfermedad bíblica por excelencia: la lepra. "Por lo tanto", añade, "como a los leprosos, también había que aislar a los enfermos de cáncer en nombre del fatídico contagio y no se les dejaba ni entrar en los hospitales. El desconocimiento, el misterio, ha sido siempre la primera célula, la más descontrolada del miedo, del anatema y de la desesperanza".
Estapé considera que la familia es "el gran cómplice" del enfermo oncológico, y explica que, en los países del sur de Europa, el 94% de estos pacientes acude a la consulta acompañado de un familiar, mientras que en los países nórdicos y en Estados Unidos lo más frecuente es que acuda solo. El tabú, sin embargo, es el mismo en todos lados. Un estudio realizado en su consulta sobre 400 pacientes puso de manifiesto que sólo el 20% se refería a su enfermedad como cáncer, mientras que el resto prefería usar palabras como "bulto" o "mancha". "Una forma de negar el diagnóstico, sobre todo para tranquilizar a la familia", asegura.
Y me dice Estapé, refiriéndose a uno de los cánceres emblemáticos de las mujeres y de los que más problemas psicológicos conllevan, el cáncer de mama: "Cuando tengas un bulto no pretendas esconderlo... asúmelo y decide. Decide tú y demanda y formula y exige tu derecho a una información clara que te permita decidir".
"Un 50% de los cánceres tiene cura en la actualidad", asegura, "y aproximadamente un 20% podría haberse curado si los médicos tuviesen una mejor formación profesional que evitase diagnósticos tardíos y tratamientos inadecuados". Por ello, Estapé considera imprescindible "una más amplia y completa educación del sector sanitario y de la población".
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