Un estudio refleja las carencias del sistema educativo para niños con deficiencias
José Antonio Torres propone las soluciones en su trabajo "Educación y Diversidad"
El sistema público ha pasado de tener una perspectiva asistencial respecto a los alumnos con algún tipo de discapacidad a ofrecer una atención más educativa. Pero ese proceso de cambio tiene lagunas y está aún sin resolver cómo se atiende a las necesidades de este colectivo. Ésta es una de las conclusiones que el profesor de la Universidad de Jaén, José Antonio Torres González, ha obtenido en el estudio Educación y diversidad. Una formación inicial sólida y una preparación continuada son las dos recetas que ofrece este profesor para acabar con las necesidades de estos estudiantes.
"Los profesores que suelen atender a estos niños no tienen una formación específica y surgen numerosos problemas", resalta. Los que más dificultad encuentran para integrarse en el sistema educativo son los niños con parálisis cerebral y síndrome de Down. Los que mejor respuesta reciben son los invidentes y los sordos, resalta Torres González.Ha sido la propia demanda social la que ha provocado un cambio en la concepción de la educación pública a los alumnos con algún tipo de discapacidad, advierte Torres, pero el proceso todavía no ha culminado y surgen las fricciones.
"Más que un problema de falta de personal para atender las necesidades de este colectivo, lo que hay es una inadecuación entre lo que se necesita y lo que se oferta", explica el autor del estudio. Sus soluciones pasan por la formación del profesorado y la redistribución del personal para que haya más apoyo en las aulas en las que estudie un alumno encuadrado en el término genérico de educación especial.
Torres resalta que las minusvalías que están mejor atendidas son las que tienen a profesionales especializados dedicados, como los sordos o los invidentes a través de la Organización Nacional de Ciegos (ONCE), que ofrece profesores de apoyo en los centros públicos. En la Universidad de Jaén, destaca, hay estudiando este curso tres jóvenes ciegos que tienen sus necesidades atendidas.
El problema con el que se encuentra ahora este colectivo de personas con minusvalía y sus familiares no es el de la falta de un puesto escolar, sino el de la respuesta que se les ofrece dentro. Para dar soluciones ha escrito este estudio.
Torres resalta que la igualdad de oportunidades que se recoge en la Declaración de los Derechos Humanos no significa tratar a todas las personas de la misma manera. "Los niños no son iguales y no deberían ser tratados como si lo fueran. Toda vez que los niños son distintos unos de otros, se les debe tratar de forma diferente para llegar a las mismas metas". Los niños con discapacidad, subraya, necesitan tanta educación como sus compañeros.
Los problemas no residen únicamente en los docentes, que deberían reprofesionalizarse, en palabras del autor, sino también en los centros educativos. En ellos se debe aprender a trabajar "en y para la diversidad, de tal manera que los alumnos de un futuro muy próximo puedan creer que la diferencia no es una causa de hostilidad, sino una fuente de riqueza de la que todos podemos aprender y, como consecuencia, contribuyamos a generar una sociedad más tolerante y más solidaria".
Torres defiende que los niños que requieren atención especial tienen de hecho las mismas necesidades generales que todos los demás alumnos. Por tanto, propugna la integración, ya que con ello hay más posibilidades de éxito. "El estar incluido en su comunidad y ser valorado por ello, tiene a la larga más importancia para los sujetos que los logros académicos", apunta. Y añade que el daño que se ha hecho a los jóvenes con una respuesta social segregada es "considerable".
El rechazo que muchos profesores manifiestan ante la integración lo achaca el autor a la falta de preparación e información y a la inexistencia de experiencias en este ámbito. "Cualquier alumno que se esté formando para ser profesor debería recibir una adecuada preparación básica que le proporcione algunas estrategias para desarrollar su trabajo con alumnos que presenten necesidades específicas", resalta.
Procesos de formación
"Es necesario plantear procesos de formación del profesorado que sean capaces de contribuir a que los docentes se formen como personas, que lleguen a comprender su responsabilidad en el desarrollo de la escuela como institución y que adquieran una actitud reflexiva acerca de su enseñanza", dice.
En este sentido aboga por que se preste mayor atención al contexto social, político y cultural de la escuela para que se haga comprender al profesor que la tolerancia y la flexibilidad ante las diferencias individuales, "sean del tipo que sean", deben ser una forma de comportamiento habitual en el aula. "Una educación intercultural" es su apuesta.
Reforma sin cambios organizativos
La última reforma educativa que se ha realizado en España se ha centrado en los contenidos, pero el profesor José Antonio Torres considera que se han dejado pendiente los cambios organizativos. "Si realmente queremos cambiar y mejorar la educación en el modelo de sociedad en la que vivimos, indudablemente hemos de pensar en la reconstrucción de la cultura de los centros educativos par ofrecer una educación de mayor calidad". Para proporcionar una respuesta a los ciudadanos aboga por una reorganización de la escuela. Estos cambios están muy relacionados con la educación especial, por la necesaria atención a la diversidad de los alumnos "máxime cuando el concepto de escuela como organización homogénea ha pervivido y pervive en los centros educativos actuales".
Una escuela con carácter integrador debe tener, según el esquema que propone, una variedad de ritmos escolares, diseños curriculares diferenciados, evaluación continua, una metodología dirigida a la enseñanza individualizada y enseñanza en grupo.
El compromiso, la tolerancia y la ausencia de categorías sientan las bases de una escuela formadora de futuros ciudadanos y miembros activos de la comunidad, subraya. Para que el modelo teórico pueda pasar a la realidad reclama la colaboración de todos los sectores, desde el educativo, hasta el político y el social.
Torres cree que el modelo de escuela que hay en la actualidad no está preparado para dar respuesta a la diversidad que él defiende. "Aunque los docentes reconocemos la existencia de la diversidad social, la de los contenidos y materias curriculares, la diversidad metodológica, la de alumnos e, incluso, nuestra propia diversidad, todavía existen rémoras que hacen que se entienda el hecho educativo como sinónimo de homogeneidad", mantiene el autor del libro.
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