El PP logra la alcaldía de Sanlúcar tras una moción de censura y el escándalo del soborno
La moción de censura estaba cantado que la iban a ganar con su unión el PP y el Partido Andalucista; los discursos apenas se diferenciaron del guión corriente en estos eventos, pero el ambiente en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) distaba ayer del simple cambio de un alcalde por otro. El escándalo que supuso el lunes la denuncia -con muchos papeles- del PP sobre el presunto intento de compra de uno de sus concejales por parte del PSOE local convirtió la toma de posesión como nuevo alcalde de Juan Rodríguez Romero en la representación de la fractura social de una ciudad de 60.000 vecinos.
El patio del edificio neomudéjar que alberga el Ayutamiento de Sanlúcar estaba ayer repleto de gente que se apiñaba en torno a una gran pantalla en la que se podía ver la retransmisión del pleno. Minutos antes, los protagonistas habían desfilado entre la multitud que aplaudió y vitoreó a los representantes del Partido Popular, muy en especial al edil sobornado Manuel Ramírez, Cunete, y abuchearon al hasta ayer alcalde, el socialista Agustín Cuevas.Sorprendentemente, la denuncia pública del presunto intento de compra de Ramírez por parte del secretario local de organización del PSOE, Rafael García Raposo, que supuestamente le ofreció 50 millones de pesetas, un viaje a Lisboa y un puesto de trabajo, no alteró casi el discurso del hasta entonces regidor. Cuevas se limitó a decir que "como alcalde" nunca había intentado alterar la voluntad de voto de ningún concejal ante la moción de censura. Después prosiguió con un discurso largo y que evidentemente estaba escrito antes del revolcón político que sacudió al pueblo. Lo leyó sin inmutarse.
Muy distinta fue la postura que tomó el secretario del PP andaluz, Antonio Sanz, que acudió ayer a Sanlúcar y vinculó el hecho de que el PSOE no hubiera expulsado a Cuevas -sólo está suspendido cautelarmente de militancia, aunque García Raposo sí ha sido ya expulsado del partido- con la presunta relación del presidente andaluz, Manuel Chaves, o el secretario general socialista, Joaquín Almunia, con la corruptela. Sanz pidió a ambos que explicaran de donde procedían los 15 millones y medio en metálico que recibió Ramírez y de quién es la cuenta del Banco Santander de la que salió un cheque por otros cinco millones. Sobre las letras no hay duda, ya que llevan la firma de García Raposo, cuya letra incluso consta en una de ellas.
El intento de compra del edil popular se califica por sí mismo, pero el hecho de que se haga con papeles firmados de puño y letra por el presunto autor del soborno le producía ayer a medio pueblo las más grandes carcajadas. Una mujer grababa en vídeo el pleno y aseguraba que no era por lo histórico del hecho, sino que lo lleva haciendo más de dos años, ya que su marido es policía local y "no pertenece a los favoritos". La gestión de Cuevas al frente de la alcaldía de Sanlúcar está lejos de recibir aplausos unánimes. Algunos problemas de la Policía Local -a cuyo frente precisamente estuvo el maestro de escuela García Raposo- o la concesión de algunas licencias urbanísticas, como la del complejo del promotor Alfonso de Hohenlohe, han resquebrajado al pueblo, en el que muchos miran con recelo y sospechas el chalé dúplex nuevo en el que vive Cuevas con su familia.
El hasta ayer alcalde pasó gran parte de la tarde en la casa de García Raposo estudiando una posible reacción. Tal y como apuntaron el lunes a los integrantes de la ejecutiva provincial socialista, ellos mantiene que fue Ramírez quién se les ofreció con su voto para salvar la moción de censura y gobernar en calma cuatro años más. Ni a los mandatarios provinciales socialistas ni a los ciudadanos sanluqueños les sirve de mucho después de ver la firma de García Raposo en las letras a nombre del concejal del Partido Popular.
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