_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

6.000 millones

KOLDO UNCETA

Nos lo venían anunciando desde hace tiempo y al fin llegó. El 12 de octubre de 1999 pasará a la pequeña historia de la demografía como el día en que el planeta Tierra superó los 6.000 millones de habitantes. El día en que el secretario general de las Naciones Unidas, en representación de toda la humanidad, dio la bienvenida al mundo a un simbólico bebé 6.000 millones, trayéndonos a la memoria aquellos recibimientos horteras que las autoridades franquistas hacían al turista 10 millones mientras descendía por las escalerillas del avión en Palma de Mallorca.

Lo más probable es que en, este 12 de octubre, los habitantes de la Tierra hayamos sumado algún millón más o alguno menos que esos 6.000 difundidos como cifra oficial. En gran parte del mundo los censos tienen una escasa fiabilidad, y ni las muertes ni los nacimientos tienen el registro más o menos inmediato al que estamos acostumbrados entre nosotros.

Seguramente no seremos 6.000 millones, pero no importa. Lo verdaderamente importante es que hace tan sólo 25 años, en 1975, la población mundial rondaba los 4.000 millones, y que en este lapso de tiempo se ha incrementado en un 50 %. Las previsiones indican, por otra parte, que para el 2015 ya seremos más de 7.000 millones.

¿Qué vida le espera al simbólico bebé 6.000 millones? Pues depende, porque si bien las grandes declaraciones ponen de relieve que todos los seres humanos somos iguales, independientemente de nuestra raza, religión, o lugar de nacimiento, lo cierto es que la realidad es bastante diferente para unos y otros. Así por ejemplo, si situamos el simbólico bebé en Japón, o en Canadá, resulta que habrá nacido contando con una esperanza de vida de aproximadamente 80 años. Pero si, por el contrario, el niño o la niña 6.000 millones suponemos que ha nacido en Sierra Leona, en Malawi, o en Uganda, habrá venido al mundo con una esperanza de vida de tan sólo 39 años. En cualquiera de estos últimos países tendrá además un 20% de probabilidades de no llegar al primer año de vida, porcentaje que se reduce al 4% en Noruega, Australia, Alemania, Francia o España, por citar algunos casos.

El problema es que, de esos flamantes 6.000 millones, más de 4.500 viven en esa parte del mundo que eufemísticamente llamamos países en desarrollo, para no tener que llamarles países pobres, o mejor aún, sociedades pobres, pues muchos de ellos cuentan en realidad con abundantes recursos de todo tipo. Se trata de personas que, habiendo nacido el mismo día y a la misma hora que muchos semejantes suyos en otras partes del mundo, contarán sin embargo muy distintas oportunidades.

Unos tendrán asegurada una correcta nutrición, una buena escolaridad, una atención médica de calidad, y en el futuro dispondrán de una cierta capacidad de elección sobre el destino de su vida. Otros en cambio deberán trabajar desde los 5 años, a duras penas lograrán juntar las letras para leer torpemente y, si llegan a la edad adulta, debarén conformarse con cualquier opción que les permita malvivir.

Hemos proclamado solemnemente que somos 6.000 millones, como si se una misma familia se tratara, como si todos fueramos a disfrutar de un mismo hogar. Pero, en realidad, de todos los posibles simbólicos bebés 6.000 millones, sólo algunos tendrán pasaporte de la Unión Europea, o de los EE.UU, y podrán viajar libremente por todo el mundo. Otros muchos tendrán que conformarse con el paisaje que les ha visto nacer, si no quieren arriesgarse a morir en el intento por llegar a otras tierras, prohibidas para ellos.

El 12 de octubre ha nacido el bebé 6.000 millones. ¿Bienvenido al mundo?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_