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Entrevista:

"Hoy por hoy, Fidalgo no está en condiciones de ganar un congreso"

La pugna en el seno de la mayoría de CCOO sigue abierta. Ignacio Fernández Toxo, secretario general del Metal, no se siente vinculado por la decisión tomada sin consenso el pasado día 6, consistente en que José María Fidalgo sea el candidato único a tomar el relevo de Antonio Gutiérrez al frente del sindicato. Ahora está en pleno proceso de reflexión sobre cuál será su estrategia hasta el congreso de abril. Ejerciendo de gallego, en esta entrevista explica cuáles son las hipótesis que analiza, incluida la de presentar su candidatura con el apoyo de importantes federaciones y uniones.Pregunta. ¿Ha acabado ya su periodo de reflexión?

Respuesta. No. He reflexionado a nivel personal, pero me falta mantener un conversación con los responsables del metal en todo el Estado, y con las organizaciones que han apoyado mi candidatura. Tampoco hay prisa, estamos en una fase en la que ha fracasado la búsqueda de un consenso sobre el candidato de la mayoría, y, por lo tanto, la pugna sigue abierta y lo va a estar un amplio periodo de tiempo.

P. ¿Entonces el enfrentamiento con Fidalgo se mantiene?

R. No es un enfrentamiento con Fidalgo, es con una forma de tomar las decisiones que no se corresponde con una cultura de una organización democrática y, sobre todo, con lo que habíamos conseguido en el seno de una mayoría muy plural, que siempre ha tenido en cuenta las opiniones de las personas y de las organizaciones. Necesitamos superar viejos vicios que han impregnado culturalmente de manera muy fuerte esta organización.

P. ¿Qué va a hacer?

R. De una forma muy tranquila, muy serena, lo que voy a plantear casi con toda seguridad a la gente que está conmigo es que la decantación de posiciones hacia el congreso no ha concluido, tiene que madurarse más, y es conveniente observar comportamientos. Por ejemplo, sería muy importante que Fidalgo se desprendiese de la tutela de Gutiérrez y comenzase a caminar por sí mismo, porque de otra manera difícilmente podrá hacerse una discusión en profundidad sobre equipos y política sindical.

P. Hay varias hipótesis, una de ellas sería presentar una candidatura alternativa.

R. Sí, ésa es una. Hemos tenido un intento fallido de lograr un consenso y no me siento vinculado a una decisión que se toma forzando la voluntad claramente mayoritaria que han expresado las organizaciones. Si finalmente termina aflorando una candidatura, no creo que pueda ser considerada en su día como alternativa, porque pienso sinceramente que lo que nosotros representamos es la voluntad mayoritaria del sindicato.

P. ¿Está descartada esa hipótesis?

R. No está descartada. A día de hoy no he descartado ningún escenario, y fundamentalmente los esfuerzos los voy a encaminar a la búsqueda del consenso que no ha sido capaz de establecer Gutiérrez. Tenemos una primera fase de aquí a enero, con la elección de delegados, un tiempo precioso para recuperar el tiempo perdido y soldar lo que se ha roto en este proceso, que ha estado mal diseñado y peor conducido.

P. Si finalmente se presenta como candidato le van a acusar de haber roto la mayoría.

R. He dicho que no voy a propiciar la creación de una nueva fracción en CCOO, y es posible continuar unidos hasta el congreso, pero sobre la base de la reflexión, no mía en exclusiva, sino también de la gente que ha decidido dar el paso de anunciar el nombre de Fidalgo como la candidatura de la mayoría, pero que hoy por hoy no responde a eso.

P. Si ese debate sale bien, ¿existe la posibilidad de que se integre en el equipo de Fidalgo?

R. Me parece precipitado hablar de equipo en este momento. Hay un intermedio que me parece muy importante, y casi casi será la clave de cómo va a discurrir el congreso. Es la comisión de ponencias, y ahí vamos a estar todos. Por lo tanto, es un espacio privilegiado para soldar las fracturas que se hayan producido. Plantearse ahora un reparto de secretarías como un reparto del botín daría una pésima imagen del grupo dirigente ante la afiliación y ante la sociedad.

P. Luego la pugna se traslada a la comisión de ponencias.

R. No me lo plantearía exactamente en clave de pugna, puede ser una pugna, pero mentalmente quiero situarme en clave de discusión franca para delimitar la política a desarrollar.

P. ¿Las discrepancias están más en la política organizativa y las formas de dirigir el sindicato que en la acción sindical o respecto al diálogo con el Gobierno y los empresarios?

R. Más que discrepancia hay una reflexión incompleta en lo que son las reformas organizativas. He escuchado a Gutiérrez hablar de un esquema de órganos de dirección que me parece inadecuado para la próxima etapa. Ya me lo parecía en ésta, pero mucho más en un proceso abierto en Europa, de mundialización, y de nuevas transferencias a las comunidades autónomas, con nuevos espacios de intervención para las federaciones y uniones que exigen una mayor corresponsabilización.

P. ¿En política sindical no hay grandes discrepancias?

R. En principio no. Hemos animado el mismo proyecto sindical en el último periodo. Ahora bien, hemos puesto excesivamente el acento en la política y ahora tenemos que proyectarnos con mucha más claridad hacia la empresa, a través de la negociación colectiva, que es la parte más verde en el debate sindical.

P. Respecto a las relaciones con el sector crítico, ¿hay algo que modificar?

R. No es bueno que la organización se instale en la quiebra interna durante muchos años, porque resta capacidad al sindicato. Eso no sólo va a depender de la mayoría confederal, los críticos deben hacer un esfuerzo y situarse en una clave más sindical. Y me interesa aclarar una cosa, y es que en ningún caso he establecido previamente al debate en la mayoría ningún tipo de relación con el sector crítico. Pienso que no es el momento y corresponde a ellos dar los primeros pasos.

P. Si el debate con Fidalgo no prospera, ¿se puede llegar a un congreso en el que salga con un importante voto de castigo?

R. Si Fidalgo termina consolidándose como el candidato de la mayoría, no seré yo quien anime un voto de castigo. Ahora, he de decir que Fidalgo ha salido muy debilitado. Ha querido dejar claro que no es el heredero, pero en la práctica aparece muy vinculado a una decisión unipersonal de Gutiérrez. Hoy por hoy, Fidalgo no está en condiciones de ganar un congreso. De su esfuerzo, y de cómo consiga liberarse del lastre con el que ha salido candidato, va a depender que tenga éxito o no lo tenga.

P. ¿Eso lo dice porque él no tiene tropa?

R. Puede tener toda la tropa de la mayoría si su candidatura es el fruto de una reflexión, y no de una imposición, como me parece que es en este momento.

P. Sin la intervención de Gutiérrez a favor de Fidalgo, ¿cuál hubiese sido el desenlace?

R. Tal y como lo habíamos diseñado, en un proceso en el que Gutiérrez decía que no tenía candidato y que iba a ser escrupuloso a la hora de establecer su intervención, el proceso caminaba hacia un consenso sobre mi candidatura. Ese proceso es el que ha subvertido Gutiérrez con su intervención tan decidida, y me preocupa que lo haya hecho agitando el fantasma del miedo, la ruptura o la crisis, para no ver voluntades que se manifestaban en otra dirección.

P. ¿Estas decisiones eran más fáciles con la tutela del PCE?

R. A lo mejor eran más fáciles, pero el proceso que ha llevado a que este sindicato sea una organización independiente es absolutamente irreversible. No hay vuelta atrás, pero ni hacia el PCE ni hacia ningún otro sitio.

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