"Pretendo conmover con lo mínimo"
Podría decirse que es el museo emblema de la ciudad. El más conocido, el más visitado y tal vez el más envidiado. El Museo Picasso de Barcelona hacía años que pedía a gritos más espacio para acoger sin aglomeraciones la millonaria cifra de visitas que recibe anualmente. El próximo 25 de octubre, finalmente, se inaugurará la primera fase de esta ampliación, la que afecta a la planta baja y a las nueve salas de exposiciones temporales de nueva construcción, situadas en los dos palacios medievales incorporados al conjunto, el Mauri y el Finestres, situados respectivamente en los números 21 y 23 de la calle de Montcada. Jordi Garcés ha sido el arquitecto encargado de esta reforma, de momento la última que ha realizado en este complejo museístico en los últimos 20 años. En esta ocasión, sin embargo, la firma del arquitecto está más presente que nunca."A mí me han definido como arquitecto de mínimos y es una definición que me gusta más que la de minimalista, que ya está muy gastada por el uso", afirma. "Es cierto que pretendo conmover con lo mínimo, con el mínimo de materiales y la mínima contundencia en la definición de los espacios. Busco que el resultado sea intemporal, que dure. Las cosas que a mí me gustan huyen de la nostalgia en el sentido de que no utilizan lenguajes antiguos al estilo posmoderno y también de lo contrario, de la cosa efímera de la moda".
Pese a la contención y moderación de las salas -espaciosas, altas, con paredes de ladrillo enyesadas y pintadas en un blanco roto-, en los espacios de tránsito y en los marcos de ventanas y puertas Garcés ha optado por materiales totalmente modernos. Metal en los marcos y hormigón visto en las paredes de las dos grandes escaleras de acceso al primer y segundo piso -en esta última con el guiño de un techo levantado que permite la entrada de luz natural- y en algunos muros del pasillo, en un contraste absoluto con los antiguos edificios medievales. Pero Garcés no cree que esta contraposición pueda ser motivo de crítica. "Habría que recordar el estado en el que estaban antes estos edificios, prácticamente en ruina en su interior. He hecho una estructura totalmente nueva en el interior porque la vieja había que jubilarla. Si los palacios hubieran estado en otro estado, seguramente habría hecho otra cosa. Por otra parte, esta visión más descarnada de la arquitectura la utilizo sólo en los lugares de paso, en aquellos espacios que no tienen un contenido de uso expositivo fuerte. En la sala todo está revestido, son espacios intemporales. En el patio del palacio Finestres, por el que se accederá a las exposiciones temporales, tampoco he utilizado el cemento visto, sino el estuco en el caso de la pared nueva que cierra el patio y en las arquerías de la segunda planta. De hecho, en este caso hemos recuperado su antigua estructura ya que las posteriores reformas de siglos posteriores lo habían desvirtuado".
Explica Garcés que su trabajo ha consistido en aunar las necesidades del programa museográfico, el contexto histórico tanto de los edificios como del barrio y los problemas tecnológicos propios de un centro museístico moderno. "El resultado final es más que la suma de estos tres requerimientos básicos. Sólo son los elementos que están en el origen de lo que acaba siendo tu creación. Tienes que dar forma a todo esto, concretar una solución arquitectónica que espero haya sabido incorporar el aire de los tiempos".
Jordi Garcés -de quien los barceloneses tendrán presente el proyecto que realizó junto a su ex socio Enric Soria en el cine Imax del Port Vell- no para de alabar la buena relación que ha tenido con la directora del Museo Picasso, María Teresa Ocaña, y con el Ayuntamiento de Barcelona, que ha invertido 600 millones de pesetas en esta reforma. "Ha habido una colaboración muy estrecha y ningún problema. En mi opinión, el conflicto entre cliente y arquitecto es una entelequia falsa. Creo que el arquitecto, a diferencia de otros artistas, parte de un panorama real de problemas sobre los que apoya su acto creativo. Dar respuesta a las peticiones del cliente no es nunca una cortapisa, sino todo lo contrario".
Garcés se reconoce tranquilo por la aceptación que pueda recibir el edificio. "No me preocupa. Tengo asumido que ahora comienza otra etapa en la que la obra estará sujeta a la opinión del público. Personalmente estoy muy contento con el resultado. Representa muy bien el tipo de arquitectura que quiero hacer, la que defiendo, y es en este aspecto que estoy contento".
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