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Una exposición recorre en San Sebastián la faceta pictórica del humorista Chumy Chúmez

Maribel Marín Yarza

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Chumy Chúmez (José María González Castrillo. San Sebastián, 1927) merece un puesto de honor en la historia visual de España por su humor ácido y provocador, por las viñetas que han hecho sonreir a distintas generaciones. El Museo de San Telmo de San Sebastián se propone ahora destacar sus méritos pictóricos, que Chúmez ha visto eclipsados por su condición de humorista. Una muestra reúne desde hoy hasta el 28 de noviembre un centenar de óleos, dibujos y viñetas de este artista polifacético que niega que su humor sea negro: "Creo que es realista y nada más".

Chumy Chúmez relató ayer en San Sebastián la historia de un artista frustrado que no casa con su éxito profesional. Construyó una biografía en gris, que le llevó a estudiar Comercio, a vivir del humor y a renunciar a su pasión más íntima: la pintura. "En mi juventud empecé dibujando y acabé haciendo chistes, que me dan mucho asco", dijo. Queda la duda de si sus afirmaciones forman parte de su personaje, del humor ácido que le ha consagrado. Pero las reiteradas alusiones sirven para despejar dudas. "A mí", aseguró, "no me gusta demasiado el humor nuestro; es muy gráfico, muy complicado y demasiado breve". E insistió en que no hay nada de negro en sus chistes: "La vida es un poquito así". Chúmez ha comprobado en más de una ocasión que la realidad supera la ficción y no escatima palabras para ratificarlo. "Confirmado el inminente fallecimiento de un anciano, su hija y su yerno le dijeron: "Abuelo, no le importará morirse en el suelo, que si no los niños le van a coger reparo a la cama". ¿Qué chiste puede ser superior a éste", se preguntó el artista.Chúmez se desnudó psicológicamente durante la presentación de la muestra que acoge desde hoy el Museo San Telmo de San Sebastián. Este artista polifacético, que siempre ha reivindicado su faceta pictórica, asiste a una exposición que reúne un centenar de trabajos entre óleos, dibujos juveniles, acrílicos realizados en los dos últimos años, y una selección de viñetas de humor publicadas recientemente. La actualidad política no tiene cabida en la muestra, porque al humorista le interesa más bien poco. "Comprobé cuando lo hacía que a los tres días mis viñetas habían pasado de moda. Si coges revistas anteriores a la guerra no sabes qué pasa ni quiénes son esos señores con perilla y bombín. Prefiero plantear cuestiones sobre pasiones humanas, temas más personales", manifestó.

Su concepción figura detrás de cada una de las piezas de la muestra, que se detiene en temas sociales, en desnudos, en retratos y escenas familiares. De las paredes de San Telmo cuelga una viñeta publicada en el diario El Independiente, en 1990, en la que una madre sostiene a su hijo en brazos. El pequeño dice: "Los niños pobres tenemos la suerte de que vamos al cielo mucho antes que los niños ricos". Ahí está la medida justa de su humor, cuya finalidad ha descubierto con el tiempo: "Hacer pensar". Chúmez, que ha conocido de cerca la censura franquista, ve en los humoristas "unos benditos absolutamente inofensivos". El artista cree que "el chiste no hace ningún daño real". "No hay ninguno que haga caer una dictadura; eso cuesta cuarenta años, y además porque se ha muerto el dictador", constató.

Chúmez, quien formó parte de una generación de artistas guipuzcoanos como Ruiz Balerdi o Amable Arias que apostaron por una pintura comprometida, exhibe en esta muestra una fusión de dos de sus vertientes artísticas. Titula Un señor de los de antes y dibuja a un hombre calvo y repeinado con un pañuelo en el cuello y un oráculo o retrata a Una solterona de Vitoria, que parece más bien un hombre. Precisamente él, que insiste en que quedan pocos tabúes, reconoce que le crea problemas "tratar de las mujeres y del Tercer Mundo".

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