Alberto Rementeria expone las obras en las que recupera el goce de la pintura

Después de varios años trabajando con aerógrafo Alberto Rementeria (Bilbao, 1953) se aburrió de la repetición mecánica y de la esclavitud de la herramienta. Decidió volver a sus orígenes y regodearse en la pintura, recuperar el placer que sentía cuando era un chaval que los fines de semana pintaba paisajes al aire libre. El resultado es una colección de cuadros llena de contrastes, que surge de la introspección del artista. "Trato de reivindicar la pintura como una forma de conocernos un poco mejor", asegura Rementeria.

Rementeria presenta el martes en la galería bilbaína Windsor Kulturgintza (Juan de Ajuriaguerra, 14) una exposición de su obra más reciente. Su autor concibe la colección con un carácter unitario, organizada en series, en la que cada pintura tiene un papel complementario y juega con la regla máxima del contraste. "Contrasta el color y las formas de pintar", dice el artista. "Contrasta lo académico con lo irreverente, los temas trascendentes con los irrisorios y lo trágico y lo cómico". El artista se siente ahora lejos de su exposición Postales (1991), integrada por obras trabajadas con aerógrafo y cargadas de una estética kitsch, en las que la fascinación por la imagen era lo más importante. "El aerógrafo niega la pintura, no hay casi materia", lamenta. "La pintura puede ser una terapia; como leer, una actividad gratificante en si misma", prosigue. "El autor debe gozar. Es un poco onanista". Las pinturas que ahora expone Rementeria muestran que ha recuperado el gusto por coger el pincel y manchar con pintura el lienzo. Pero, sobre todo, son obras en las que ha querido tomarse tiempo para mirar hacia dentro y reflexionar, con un ritmo de trabajo más lento, que permite relacionar unas obras con otras y buscar apoyos entre los cuadros que conforman la exposición."Lo mismo que en la literatura lo moderno es volver a escribir con sosiego, en pintura la reflexión, disfrutar con el hecho de pintar, regodearse en el proceso, es algo a recuperar", opina. Rementeria también ha jugado con su propia imagen. En la exposición se repite una y otra vez su autorretrato, a veces irreconocible tras los tonos oscuros que ha manejado. "El hecho de pintar se convierte en una mirada intensa hacia uno mismo". Incluso aparece desnudo. Rementeria explica que el significado de su retrato desnudo sólo se entiende si se conoce su relacióncon la universidad. Profesor de Pintura en la Facultad de Bellas Artes desde hace 20 años, ha vuelto a incluir en sus clases la obligatoriedad de pintar con modelo. "Decidí imponerme el autoejercicio de usar mi cuerpo como elemento de análisis. Se trata de seguir la disciplina de trabajar con modelo utilizando el más cercano: yo mismo". Rementeria ha ganado los premios Gure Artea en dos modalidades, pintura y grabado, y el Imagínate Euskadi de pintura. "Los premios son una pequeña apuesta en tu biografía", asegura lacónico. "Los artistas somos putas de lujo que sólo pueden pagar unas pocas personas o las instituciones. Organizan los premios porque tienen la obligación de decir que hacen algo por la cultura". Aún así, y por muchos visitantes que se contabilicen en las taquillas de los museos, está convencido de que la pintura "es un discurso marginal".