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Entrevista:

Un museo de ciencias naturales

"La Tierra se ha quedado pequeña, sufre de cambios, pero se adapta a nuevas realidades, como lo hizo con la translación de los continentes o la desaparición de los dinosaurios. Está donde debe estar y es lo que es, apenas nada dentro del universo. Pero de eso tenemos que sentirnos orgullosos. Y nada mejor que hacerlo conociéndola. Solo así se la ama". Esta es una de las conclusiones de la experiencia de Joaquín Rueda con sus alumnos cada año. Tanto y tan bien se ha dedicado este hombre que en el Duranguesado, donde hay otros como el, se ha creado una concienciación (con asociación incluida) a favor de la astronomía y se piensa que el Colegio Público de Landako-Intxaurrondo (en el que hay ahora pocos alumnos) podría pasar a ser el año que viene un museo de ciencias naturales. Para ello se incorporaría a lo realizado y construido por Joaquín Rueda, el material del Museo del Mar de Mañaria y otras aportaciones diversas de especialistas y coleccionistas de Vizcaya. Hay algo que este profesor de enseñanza tiene claro y es que hay que trabajar desde los conocimientos del pasado pero pensando siempre en el futuro, como lo demuestra el hecho de que en el colegio donde da clases existe un gran reloj de sol en el que se puede leer esta inscripción: "Nuestros días pasan como la sombra". Es una frase recogida de otro reloj de sol que existe en Otxandio. Joaquín Rueda lo explica: "Lo que somos se lo debemos al sol, fundamento del sistema en el que estamos, y el estudio del universo, al menos del que conocemos, comienza siempre con un reloj de sol. Pongámonos a trabajar, por tanto, para que los días pasen como la luz, llenos de luz, sin sombras de conocimiento". Los alumnos de Joaquín Rueda hacen maquetas de lo que conocen y llegan a ver y fotografíar, incluidas algunas de las cien mil millones de estrellas catalogadas de nuestra galaxia. Y luego hablan de futuro, estudiándolo desde el pasado, con fósiles, y analizando la tecnología. Joaquín Rueda afirma que el hombre está preparado para llegar a Marte en el 2010 y la nave que lo lleve tardará un año de ida y otro de vuelta. "Pero el problema radica", subraya "en que el ser humano no está capacitado, ni física ni psicológicamente, para soportar esos tiempos largos y esas circunstancias, como demuestran las investigaciones que se han hecho".

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