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COMUNICACIÓN

Todos somos mirones

Una TV holandesa bate récords de audiencia filmando la intimidad de 9 personas.

Cuando parecía que la telebasura holandesa, aderezada con soeces espectáculos reales al estilo norteamericano y triviales culebrones nacionales, no podía alcanzar grado más alto de vulgaridad, Big Brother, el programa de la no-intimidad, ha hecho su entrada en escena. Nueve participantes, cinco hombres y cuatro mujeres, están conviviendo 100 días encerrados en una casa prefabricada, aislados del mundo exterior y sometidos a la vigilancia continua de 24 cámaras y 59 micrófonos, 24 horas al día, 7 días a la semana. Al término de la jornada, la cadena de televisión emite un resumen de media hora con las imágenes más interesantes."Ruud es auténtico, puro, todo un macho", declaraba una joven estudiante de 18 años totalmente involucrada en los episodios del programa. Los participantes, entre los 20 y los 44 años y con profesiones desde la de ama de casa a la de profesor de una escuela de hostelería, se están convirtiendo poco a poco en patrimonio nacional. Los espectadores les llaman por sus nombres de pila, y al término de cada programa, que se emite de lunes a viernes, pueden votar por su personaje preferido. Los menos favorecidos serán progresivamente eliminados hasta que pocos días antes de la noche de Navidad sólo queden tres candidatos. El elegido será el destinatario del premio final de 250.000 florines (20,6 millones de pesetas, 112.000 euros).

En la casa, que tan sólo dispone de dos dormitorios comunes, una sala de estar desprovista de todo lujo, cocina y cuarto de baño, no hay un solo ángulo que quede fuera del alcance de las cámaras. A los participantes, que no se conocían hasta que comenzó el programa, no se les permite ningún contacto con el exterior. Se les deja la comida a la puerta de la casa, no ven a nadie, no reciben periódicos, no pueden llamar por teléfono ni disponen de radio ni televisión. Además del resumen televisado, la productora ha abierto una página de Internet en la que se pueden seguir segundo a segundo, las 24 horas del día, los movimientos y las conversaciones de los concursantes. Aunque los nueve seleccionados fueron elegidos entre más de 2.500 candidatos "por su fortaleza emocional", a tan sólo dos semanas del comienzo del programa, las extremas condiciones y tensiones a las que están sometidos han empezado a causar estragos. Tara, una de las participantes, ya abandonó porque "no podía soportar el ambiente de hipocresía", y Martin, el primer eliminado por los votos de los telespectadores, "no es el mismo desde que salió de la casa de Big Brother", según su mujer y su madre. En Suecia se realizó un programa semejante que se saldó con el suicidio de uno de los participantes.

Los responsables del programa cuidan de la provocación continua enviando, por ejemplo, mensajes anónimos a los participantes con la opinión que los espectadores han emitido sobre cada uno de ellos.

De momento, el programa está logrando la popularidad más por la polémica que ha levantado que por su calidad. Con todo, los datos de audiencia son escalofriantes. El primer día de emisión fue visto por más de un millón de espectadores, un nivel de audiencia superado en Holanda tan sólo en dos o tres ocasiones al año. Según la productora, el interés en el extranjero es igual de alto, y están ya en negociaciones con varias cadenas de televisión en otros países, entre ellos España, para poner en marcha el programa.

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