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Una veintena de óleos resumen en Pamplona lo más significativo de la pintura de Santiago Rusiñol

Una veintena de lienzos resumen en Pamplona el trabajo artístico de Santiago Rusiñol (Barcelona 1861-Aranjuez 1931), uno de los grandes pintores del cambio de siglo e introductor, junto a Ramón Casas, del modernismo en España. La selección permite contemplar "casi el 50% de las obras más emblemáticas y significativas" del pintor, según indicó ayer el comisario de la muestra, Fernando Francés, en su presentación. La retrospectiva, organizada por la Caja de Ahorros de Navarra, es una de las principales ofertas de la temporada artística en Pamplona.

Ningún otro artista ha pintado los jardines españoles con la maestría, facilidad y exquisitez con que Rusiñol lo hizo, como queda claro al pasear ante los lienzos que podrán verse desde ayer y hasta el próximo 1 de noviembre en la sala de cultura Castillo de Maya (Castillo de Maya, 39) de la capital navarra. La veintena de óleos que se exhiben repasan toda la vida creativa del pintor: sus paisajes, retratos, interiores, patios y sus famosísimos jardines. Rusiñol fue un pintor excepcional que abandonó su trabajo, a su propia mujer y a su hija para dedicarse por entero a sus dos grandes pasiones: la pintura y la literatura. La selección de obras realizada por Francés se abre con óleos de su primer periodo creativo en Barcelona, entre los años 1875 y 1889. Desfilan aquí paisajes ligados al realismo y al naturalismo, escenas de fábricas, barrios marginales y retratos, con un cierto "sentimiento de melancolía" en obras tales como Campanario románico, Paisatge Gironí o Taller de su padre. Igualmente se pueden contemplar cuadros realizados a partir de 1888, cuando ya trabaja en París e, influido por el naturalismo francés y aspectos del impresionismo, realiza retratos, interiores y escenas de la vida bohemia de la ciudad que captan a la perfección la atmósfera de Montmartre. Hasta la capital francesa Rusiñol viajó con Ramón Casas, artista a quien había conocido en Barcelona y con el que entabló una "complicidad" creativa. En París, destacó Francés, ambos autores "iniciaron lo que podría ser la primera gran aportación de las vanguardias en España". Rusiñol y Casas se "engancharon" a las tendencias de la época, marcadas por el impresionismo, que utilizan y tamizan con las influencias de la pintura costumbrista y naturalista catalana. Sin olvidar algunas telas pintadas tras su estancia en Sitges, la exposición destaca ante todo por una amplia selección de los jardines que Rusiñol comenzó a pintar a partir de 1894, en un giro espectacular de su trabajo iniciado tras una estancia en Italia con su amigo Ignacio Zuloaga. Acercándose al simbolismo, el artista comenzó a pintar jardines como marco natural de sus obras hasta convertirse en una actividad monográfica tras sus viajes a Granada, Montserrat, Valencia, Segovia o Aranjuez. En esta serie de telas, "se aprecia una plenitud técnica y formal" y "la paz parece que ha llegado a su espíritu", apuntó el comisario de la exposición. En Pamplona se pueden ver algunos de esos ejemplos de sensibilidad simbólica caracterizados por una perspectiva geométrica de la vegetación, una marcada simetría y una estabilidad personal y artística que se prolongó durante más de treinta años. Jardines de Aranjuez, Jardines de Monforte, Jardín andaluz, Palau de Vizmar o Jardín de Poblet, son algunos de estos cuadros, junto a los que se exhiben algunas de las telas más famosas del pintor barcelonés como Estudio de Erik Satie, los Retratos del señor y la señora Riquelme, Ramón Casas velocipedista o Claustro de la catedral de Barcelona. Con la exposición de Rusiñol, la Caja de Ahorros de Navarra continúa una línea de presentación de los mejores artistas plásticos españoles de finales del siglo XIX y principios del XX, que ha hecho pasar por la citada sala obras de Pancho Cossío, Aureliano de Beruete, Ramón Casas, María Blanchard o Manolo Hugué. Nueva temporada El subdirector de la Caja de Ahorros de Navarra, Javier Arregui, señaló que la nueva temporada de actividades del centro Castillo de Maya, que esta exposición inicia, se prolongará hasta finales de junio. La temporada se centrará en presentar pintura "histórica, representativa y determinante" en la evolución del arte de finales y principios de siglo. También está previsto organizar ciclos de música con objetivos didácticos y cursos especializados en arte monumental para su estudio y exposición posterior. Con motivo de la exposición, se ha editado un catálogo de 120 páginas que incluye reproducciones de las veinte obras expuestas y una guía didáctica para que los alumnos tengan una presencia activa en su visita a la sala.

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