Parados

Cuando la vida se te hace cuesta arriba, interminable, como en una vuelta ciclista con un improbable premio; cuando sales una vez más a buscar empleo y vuelves a casa una vez más hastiado de comprobar cómo se te cierran todas las puertas; cuando no has tenido más remedio que buscarte la vida en la economía sumergida (contratos mercantiles, sociedades aparentemente sin ánimo de lucro, etcétera) y no ganas ni para pipas; cuando has hecho todos los esfuerzos para estabilizarte algo, tener una vida digna, hoy acabas de cumplir 40 tacos y tienes que empezar a digerir eso de que eres demasiado viejo para el mercado laboral; cuando ves desestabilizarse a tu familia por falta de ingresos y contemplas impotente cómo tu autoestima cae a la altura del felpudo y te inhabilita socialmente... Cuando tienes que escuchar a algunas personas de tu entorno que te dicen que si no trabajas es porque no quieres, sin que lleguen a entender que el paro es un problema de todos y que el día de mañana puede que le toque a uno de los suyos; cuando ves a las generaciones jóvenes, las más preparadas de la historia, que se incorporan al mercado laboral teniendo que aceptar con sumisión ser explotadas en la más absoluta precariedad y temporalidad hasta que alcanzan los 40 tacos que yo tengo ahora... Cuando vas a buscar ese utópico trabajo y te das cuenta de que no tienes movilidad dentro de tu propia ciudad sencillamente porque no tienes dinero ni para un bonobús y, mientras, los gobiernos central y autonómico siguen regalando miles de millones de todos los contribuyentes a los empresarios para "estimularlos a contratar"; cuando estás agotado de escuchar la cantinela de "¡España va bien!" y tú no tienes ni un mísero salario social que te proteja; cuando pasas a ser sólo una parte de la estadística y otros negocian en tu nombre miles de millones para financiar "pactos por el empleo" que no sirven para acabar con el drama humano sino para comprar voluntades... Cuando la dignidad se convierte en una palabra lejana y olvidada, cuando ocurren tantas cosas... amigo, entonces podrás decir: soy un hombre al que se le han negado hasta los derechos constitucionales más elementales en favor de otros intereses ilegítimos y bastardos como el del crecimiento espectacular de las grandes empresas y otros de los que podríamos hablar otro día. Los intereses siguen estando por encima de las personas y, por lo que parece, esta democracia que tenemos sólo ha servido para legitimarlos. Se sigue ejerciendo sobre los trabajadores una forma de violencia institucionalizada a la que no veo fin si no damos respuesta. ¡España va bien! ¿Para quién? Soy un parado pero tengo conciencia, estoy organizado, lucho y, además, no me daré por vencido.- Antonio Solís Rodríguez. Sevilla.