_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sting, ¿un Mesías?

ENRIQUE MOCHALES El bueno de Sting, durante la promoción de su nuevo disco, Brand new day (que significa, más o menos, Flamante nuevo día), declara que tenemos que mirar el futuro de forma positiva y no quedarnos pegados a la loca idea de que esto es el fin del mundo, o de que todo va a derrumbarse. El ex líder eterno de Police, se apunta así, a su manera, al marketing del nuevo milenio, y dice precisamente que su disco es el antídoto contra la basura apocalíptica que nos ha caído encima cual avalancha. El mensaje es bonito y positivo. Supongo que alguien le habrá aconsejado sensatamente al bueno de Sting que no empiece su gira de conciertos promocionales en Turquía, donde acaban de sufrir un terremoto que ha dejado 40.000 muertos. Resumiendo: Sting, no se te ocurra ir cantando tu mensaje de "aquí no pasa nada" a aquellos países situados sobre una placa tectónica que adolezcan de la escandalosa falta de normas en edificación sismorresistente. Y menos si acaban de sufrir un seísmo, porque puede que te manden a tomar por el culo, con perdón. El bueno de Sting ha pasado por alto en esta última entrega de su arte que el mundo es cada vez más vulnerable a los desastres naturales. Y esto gracias al crecimiento descontrolado de las megalópolis en los países en desarrollo, al aumento de la temperatura terrestre por la emisión de gases de invernadero y a la destrucción de las defensas ecológicas por la deforestación. Curiosamente, el cantante, que hace tiempo se ponía en la foto junto a un indígena del Amazonas, les dice ahora a los mismos indígenas que no es el fin del mundo, cuando los indígenas saben perfectamente que tal vez no sea el fin del mundo en general, pero sí el de su mundo en particular. Porque seguro que también los hombres de las sierras mecánicas, de los bulldozers y de las antorchas incendiarias escuchan a Sting cuando llevan a cabo su encomiable labor de deforestación masiva y eliminación de indígenas. Tampoco habla Sting en su canción del fenómeno de El Niño, una catástrofe aún sin explicación, pero que tiene relación directa con las grandes sequías que afectan al continente africano, y que provoca allí las dramáticas hambrunas que todos conocemos por los telediarios, aparte de sus efectos devastadores en Sudamérica. Y si continuamos enumerando catástrofes tendríamos cientos de ejemplos que desmerecerían el pobre mensaje de Sting. Nuestro ídolo, comprometido con la Humanidad, debería componer una canción más realista en la cual recuerde al mundo que las catástrofes se ceban con los países pobres, y que la clave de la solidaridad está en la rapidez y la organización. También debería insertar una estrofa en la que se refiera rimando a la prevención de las catástrofes. Por ejemplo: "Ya que las catástrofes no podemos evitar / con buenas medidas de seguridad las debemos mitigar". Porque lo que salva son, concretamente, las rutas de evacuación, los mapas de riesgos, las construcciones antisísmicas, los embalses de laminación de avenidas, etc, y no la tontería de Sting, que ha decidido sacar provecho del Apocalipsis en plan enrollado. Entiendo que el mensaje de la estrella del rock va dirigido sobre todo a las mentes occidentales que se reblandecen viendo las películas sobre el Apocalipsis, pero Sting parece haber olvidado que, aparte de los fines del mundo de las películas, hay muchos otros Apocalipsis por ahí. Tal vez las compañías de seguros, que afrontan con dificultad la proliferación de desastres naturales y temen las reclamaciones futuras que pueda provocar el efecto invernadero, se hayan sentido reconfortadas con la canción de nuestro bardo preferido. Una tonadilla pegadiza, optimista y lista para ocupar los primeros puestos en la lista de ventas. Cuando vi el vídeo en el que aparecía el cantante haciendo de Mesías, andando sobre las aguas y llevando la buena nueva a todas las razas, pensé: "Ahí tenemos a un milenarista guay, que sabe que la esperanza es lo anteúltimo que se pierde". Así pues, desde aquí le deseo a Sting que el día del concierto no le caiga un foco en la cabeza, ni se le incendie el equipo de sonido, ni se quede afónico, porque sería un Apocalipsis lamentable para sus arcas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_