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Entrevista:

"El hallazgo de que las neuronas pueden regenerarse es crucial"

Paola Timiras, cuyo aspecto físico y su extraordinaria vitalidad no permiten adivinar su verdadera edad (76 años), es considerada una autoridad mundial en el estudio de las bases fisiológicas del envejecimiento. Timiras cree que los recientes estudios que demuestran que las neuronas pueden regenerarse en determinadas circunstancias abren grandes perspectivas para el tratamiento y la prevención de las enfermedades neurodegenerativas, entre ellas el Alzheimer, de las que, reconoce, "todavía sabemos muy poco". Doctora en Medicina por la Universidad de Roma, ciudad donde nació, Timiras dejó Italia "por motivos personales y políticos", y se instaló con su marido en Canadá. En este país se doctoró en Cirugía Experimental por la Universidad de Montreal. Ahora es profesora y dirige un laboratorio de investigación en el Departamento de Biología Molecular y Celular de la Universidad de California, en Berkeley (EEUU). Hace poco viajó a Barcelona para clausurar un master de gerontología social de la Universidad de Barcelona.Pregunta. Sostiene usted que se han creado mitos inciertos en torno al Alzheimer. ¿Cuáles son?

Respuesta. Uno de los más significativos, y que vale para todo tipo de enfermedades neurodegenerativas, arranca de la concepción de que las células neuronales no pueden regenerarse. Pero estudios recientes han demostrado que esto no es exactamente cierto. El gran genio español que fue Ramón y Cajal dijo que tenemos un número limitado de neuronas, que no pueden regenerarse ni reemplazarse porque entonces perderíamos la memoria. El científico mantenía que la destrucción de las neuronas precipita el envejecimiento y la muerte.

P. ¿Y esta teoría ya no es válida?

R. Ramón y Cajal no se equivocó. En términos generales, su teoría sigue siendo válida, ya que es cierto que las neuronas no pueden regenerarse. Pero no tuvo en cuenta que en circunstancias especiales, cuando se actúa sobre el ambiente que rodea las neuronas, éstas pueden reproducirse.

P. ¿Y cómo puede actuarse sobre ese microambiente?

R. En mi laboratorio de Berkeley hemos demostrado, in vitro, que la acción de las hormonas, en concreto los estrógenos, puede modificar la neuroglia, responsable de la alimentación y la comunicación de las neuronas, y facilitar su regeneración. Sabíamos que el glutamato, una sustancia que produce la hormona, si se acumula puede convertirse en un elemento tóxico y destruir la célula neuronal. En el laboratorio añadimos glutamato a un cultivo de células neuronales y éstas morían. Pero las que eran tratadas previamente con estrógenos sobrevivían. El resultado de esta investigación se publicará próximamente en la revista International Journal of Development.

P. ¿Puede deducirse de ello que los estrógenos ayudan a prevenir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer?

R. No, porque el origen de esta enfermedad es, hoy por hoy, desconocido y puede tener múltiples causas. Es cierto que la mayor incidencia del Alzheimer en las mujeres ha sido atribuida en parte a la disminución del nivel de estrógenos tras la menopausia. Y también se ha vinculado la menor prevalencia de la enfermedad en los hombres al hecho de que la hormona masculina testosterona se transforma en estrógeno en el cerebro. Pero estas teorías no se han demostrado.

P. ¿Cree todavía lejano descubrir el origen del Alzheimer?

R. No lo sé. Lo que sí puedo hacer es una llamada a la esperanza, ya que el descubrimiento de que las neuronas pueden regenerarse es crucial, abre muchas puertas. Hasta ahora, la investigación se ha centrado en lo que sucede en la neurona. Ahora estudiamos también lo que ocurre en el medio que rodea la neurona.

P. ¿El envejecimiento de la población incrementará la prevalencia del Alzheimer?

R.No necesariamente. Hay cada vez más ancianos que superan los cien años con un buen estado mental y físico.

P. ¿Cree que en las sociedades más avanzadas se aborda adecuadamente la vejez?

R.De ninguna manera. En ningún país, España incluida, las administraciones y la clase médica estaban preparadas para este aumento tan espectacular de la esperanza de vida. Si no se produce un cambio profundo en las administraciones y en los servicios sanitarios, el envejecimiento de la población va a convertirse en un verdadero problema. Pese a que cae la natalidad, la pediatría no disminuye, y, en cambio, la geriatría no se potencia, y esta desproporción es algo que debería corregirse cuanto antes.

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