La rotura de una tubería obliga a cortar un lateral del paseo de Recoletos y provoca un inmenso atasco

La rotura de una tubería de agua ahogó ayer el tráfico en el centro de Madrid. A las cuatro y media de la tarde, reventó delante de la sede de la Biblioteca Nacional, en el paseo de Recoletos, una conducción del Canal de Isabel II. La fuga de agua provocó inmensos atascos en el eje del paseo de la Castellana ya que hubo que cortar al tráfico los carriles laterales de subida hacia la plaza de Castilla.El líquido que brotaba por una grieta de metro y medio de anchura corrió hasta la plaza de Cibeles. A las cinco de la tarde los operarios del Canal cerraron las válvulas de salida del agua.

La Policía Municipal cortó al tráfico los dos carriles del lateral del paseo de Recoletos en dirección a la plaza de Colón. Autobuses y coches fueron desviados hacia las vías centrales del paseo de Recoletos, lo que provocó grandes retenciones durante toda la tarde en el centro de la ciudad. También permaneció cortada durante media hora la boca de metro y Renfe correspondiente a la estación de Recoletos. Según el Canal de Isabel II, sólo un bloque del paseo de Recoletos quedó sin suministro de agua.

Un portavoz de la Policía Municipal reconoció que el corte de tráfico desató un atasco mayúsculo en la encrucijada del paseo de Recoletos, Alcalá, Cibeles. A las siete y media de la tarde los coches estaban detenidos entre el paseo de la Castellana y la glorieta de Atocha. Anoche seguían cerrados al tráfico los dos carriles del paseo de Recoletos, situados a la altura de la calle de Villanueva. Los operarios calcularon que los trabajos de reparación se iban a prolongar hasta el mediodía de hoy. Un portavoz del Canal de Isabel II ignoraba ayer la causa de la rotura. "Por esta zona no estábamos practicando ninguna obra, ignoramos qué pasó", explicó.

Otro tramo lateral del paseo de la Castellana ya permaneció cortado durante 21 días del pasado mes de agosto a causa de la rotura de otra conducción de 70 centímetros de diámetro. El Canal de Isabel II tardó tres semanas en cerrar la zanja abierta porque carecía de recambio para reparar la tubería dañada.