"Me aguaron la fiesta"

Salvador Dalí, sabiamente, comentó en cierta ocasión que si hablan de uno, aunque sea mal, siempre es importante e interesante. El motivo de esta carta no es, bajo ningún concepto, hacer promoción de un grupo musical, sino dar a conocer un hecho lamentable que provocó su solista. No voy a dar su nombre, y ¡no lo siento! Soy una joven que llevo un montón de años yendo a conciertos, festivales y eventos musicales, me gusta la música, me gusta el directo...El pasado viernes, asistiendo al concierto de un grupo "moderno", simpático y original donde los haya, me aguaron la fiesta. ¿El culpable? Nadie del público, nadie de la organización, nadie ajeno al evento. El culpable fue el cantante del grupo, que se despidió de todos nosotros con violencia, parece ser que ciertos gestos y gestas de nuestros grupos mayores hacen gracia a algunos.

Al susodicho macarra se le ocurrió despedirse de todos nosotros arrojando al público una botella de litro y medio, llena de agua y cerrada. Como yo formé parte del público y soy quien escribe esta carta, os podéis imaginar a quién agredió. Con varios puntos de sutura sobre mi ceja izquierda se consumó la broma. Y gracias que no perdí el ojo. Evidentemente, no demoré mi tiempo, y, tras la cura de urgencia, interpuse la correspondiente denuncia ante el juzgado de guardia. La salvajada ocurrió en la Casa de Campo de Madrid, al finalizar uno de los conciertos del viernes. Para evitar confusiones, nombraré a los otros grupos que actuaron esa noche: Mama Ladilla y Canallas, a quienes no van dirigidas mis quejas. Músicos, imitadores de músicos, solistas, aficionados y gualtrapas que subís al escenario: no desprestigiéis la cultura, el arte, la música. Y a los que me hacéis vibrar con ellas, ¡gracias!, gracias de verdad.-