_
_
_
_
_

La explosión de México se cobra al menos 57 muertos

Juan Jesús Aznárez

La fábrica de cohetes y tracas de feria cuya accidental explosión causó el pasado domingo al menos 57 muertos y 89 heridos en la ciudad mexicana de Celaya, en el centro del país, almacenaba cuatro toneladas de pólvora y su dueño, detenido tiempo atrás por regentar el negocio sin licencia, perdió la vida dentro del sótano. "Llovían ladrillos y carne de la misma gente", aseguró Isabel Amézquita, testigo de la tragedia. La fábrica era ilegal pero no clandestina, ya que los vecinos habían denunciado sus peligrosas actividades y exigido su cierre. No parece probable que después de su detención, el propietario, supuestamente bajo vigilancia, hubiera podido acumular hasta cuatro toneladas de explosivos, según un cálculo provisional, sin haber contado con complicidades policiales previo desembolso de las correspondientes mordidas (sobornos).La indignación se extendió por toda la ciudad de Celaya, puesto que una acción preventiva pudo haber evitado el desastre, la Procuraduría General de la República (PGR) investiga un caso cuyo desarrollo parece claro. Apenas disimulados, disfrutando de la tolerancia o de la corrupción oficiales, precarios sótanos dedicados a la fabricación de cohetes y petardos trabajan todavía en diferentes poblaciones de México e ignoran las medidas de seguridad y permisos requeridos por la Ley Federal de Explosivos y Armas de Fuego.

El 13 de octubre de 1998, la explosión de uno de ellos en Tultepec, en el Estado de México, mató a 39 personas e hirió a otras 100 más. Los vecinos impidieron entonces el acceso a la prensa para tratar de ocultar la existencia de talleres de cohetes camuflados en las casas.

La primera de las explosiones de Celaya se produjo en la mañana del domingo, a una hora en la que cientos de personas transitaban cerca de los comercios y tenderetes del céntrico mercado de abastos, próximo a la estación de autobuses de una ciudad de medio millón de habitantes, situada a unos 275 kilómetros al noroeste de México.

Quince minutos después de la primera deflagración, se produjo otra explosión al alcanzar las llamas varios depósitos de gas. Decenas de personas fueron derribadas por la onda expansivas. Seis de ellas -tres bomberos, dos socorristas y un fotógrafo de prensa- murieron en el acto. Las sucesivas explosiones arrasaron casas en siete manzanas a la redonda. El Ejército, la Cruz Roja, los bomberos y cientos de voluntarios buscaban ayer supervivientes entre los escombros. Probablemente encontraran nuevos cadáveres. "No más se oían puros gemidos", recordaba Martín González, miembro de los equipos de rescate, después de la última explosión.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_