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Brecha

ADOLF BELTRAN Da mucha pena ver a los seguidores de Vicent Garcés y de Antoni Asunción propugnando (¡ahora!) la resurrección del Movimiento por el Cambio que dilapidaron al aliarse con Ciprià Ciscar para tumbar a Joan Romero. También se ha visto alguna tímida referencia al Foro XXI, aquel intento plural de abrir el debate al exterior del partido, por parte de los renovadores de Joan Ignasi Pla. En la zona catastrófica en que se ha convertido el PSPV después de tanta conspiración de pacotilla, los damnificados que no se dejan enajenar por reacciones de rabia apenas son capaces de articular ideas. La melancolía y la mala conciencia suscitan un deseo: volver a empezar. Y eso ya no es posible. Como apuntaba el otro día Jesús Civera, el PSPV es en estos momentos vulnerable. No corre el riesgo de que se le cuele, como le ocurrió al partido socialista gallego, el Bloc Nacionalista y lo relegue al tercer puesto, pero la desintegración de referentes en la izquierda valenciana es tal que, aún admitiendo la fidelidad al PSOE de una considerable masa de electores ajena a cualquier vicisitud partidaria, las grietas en la opinión pública pueden llegar a convertirse en una brecha. Sería extraño que nadie intentara practicarla. Sin embargo, si se hace desde otro partidismo, no servirá de nada. Si se hace contra los socialistas, contribuirá a perpetuar el marasmo. En el fondo, tras la conflagración en el PSPV late la lucha entre dos concepciones estratégicas: una, a lo Maragall, en la que Romero fue derribado; otra, a lo Almunia, en la que Ciscar ha quemado sus expectativas. Desde la encogida esfera pública valenciana, puede que exista una remota oportunidad de inducir algún cambio de rumbo en el conjunto de la izquierda, pero eso exige, entre otras muchas cosas, dirigentes valientes en los partidos y ciudadanos dispuestos a jugarse el prestigio en el empeño de una política abierta y compleja frente a la esterilidad del ensimismamiento.

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