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FÚTBOL Competiciones europeas

El Madrid no se desploma ya con los goles en contra

Los de Toshack salvan por tercera vez un resultado adverso, una capacidad que no tenían el curso pasado

De los múltiples y contradictorios mensajes que lanzó el Madrid en su estreno europeo del miércoles, uno le deja especialmente en buen lugar. Su capacidad para levantarse de los reveses del marcador, confirmada también en sus dos encuentros ligueros disputados a domicilio y que hasta este verano constituía una de las principales deficiencias del equipo. Solía recibir un tanto otros años el conjunto blanco y en el mejor de los casos el marcador ya no se movía; en el peor, y también repetido con frecuencia, el gol en contra suponía el primer paso hacia una goleada escandalosa. El equipo se rompía, se desorganizaba, bajaba los brazos, se volvía un caos. Ya no. Tres ejemplos consecutivos bien permiten hablar de una tendencia: perdía 1-0 el Madrid en Mallorca y remontó con dos genialidades en el tiempo añadido; se puso el Athletic dos veces por delante en San Mamés y en ambos casos el Madrid supo reponerse y alcanzar el empate; y el miércoles ante el Olimpiakos se repitió la historia. Del 1-0 se pasó al 1-2, y del 3-2, cuando ya no había tiempo para casi nada, al 3-3.El curso pasado la falta de reacción ante los resultados adversos, especialmente cuando éstos se producían a domicilio, fue uno de los defectos más pronunciados del Madrid. De los 11 partidos que comenzó perdiendo como visitante en la Liga, sólo en uno logró la victoria (en Santander, 1-3) y en otro el empate (en Vitoria, 1-1). Los nueve restantes los perdió, y alguno por goleada: 4-0 en Riazor, 3-0 en el Camp Nou, 5-1 en Balaídos, 3-1 en el Calderón...

Guti, en medio de todas las remontadas.

Corría el minuto 70 de partido, con el Olimpiakos peligrosamente por delante (3-2), cuando Toshack se decidió a dar entrada a Guti. Suplió a Redondo, que tres minutos antes se había dejado robar la cartera por Zahovic en la frontal del área en la jugada del 3-2. 13 minutos más tarde, con el balón ya en el suelo y la pausa y el pase con sentido incorporados al juego, el Madrid sonreía con el empate. Otro marcador adverso desmentido con Guti en el campo. Como en Bilbao: ganaba el Athletic por 2-1 desde el minuto 40, pero Toshack no hizo el cambio -Redondo por Guti- hasta el 72. Dos minutos después, el propio Guti lograba el empate. Y como en Mallorca: marcó Carlitos (m.51) y Guti (m.69) entró por Anelka. En la prolongación, el 1-0 se volvió 1-2 en un santiamén. Guti intervino decisivamente en el último. El centrocampista se está convirtiendo en el reactivo del Madrid. Sale cuando las cosas van mal y ayuda al arreglo. Sin embargo, cuando Toshack le concedió la titularidad se produjo el efecto contrario: Guti salió inicialmente ante el Numancia y fue sustituido por McManaman en el descanso. El Madrid estrenó su casillero nada más arrancar la segunda parte.

Siempre Raúl.

Otro elemento común en los golpes de reacción del Madrid es Raúl, probablemente el jugador con más carácter de este equipo y del fútbol español. Sabe dejar lo mejor de sí mismo en las situaciones más comprometidas. Su gol de vaselina en Mallorca fue como pintar un cuadro con las balas silbando al oído, un guiño de genialidad sin tiempo ni espacio para otra cosa que para la resignación. Su gol agónico del miércoles reunió menos clase, pero la misma fe y confianza en sí mismo. Corrió convencido del gol en cuanto Roberto Carlos alcanzó la línea de fondo, adivinó el sitio por donde iba a aparecer el balón y, pese a la oposición de dos defensas rivales y su portero, llegó antes que nadie y no falló. Gol: 3-3.

La posición de Geremi.

El Madrid no consigue elaborar decentemente su juego. Redondo ha comenzado el curso a paso lento, desesperadamente despacio, y su acompañante en el centro del campo no le ayuda nada en la organización. Geremi, al que Toshack se empeña en colocar como medio centro -hasta que algún percance le obliga a alejarlo de ahí: en Atenas fue la lesión de Fernando Hierro-, no puede ser la referencia creativa del Madrid. Toca mal en corto y en largo. No tiene precisión ni ideas brillantes. Simplemente es un atleta, que supuestamente garantiza solidez al equipo, mayor consistencia para frenar al rival. Juega en una posición estelar con la excusa de evitar que el Madrid reciba demasiados goles -uno de los problemas que ya existía en el curso anterior y que se trata de evitar en éste-, pero la realidad es que ese apartado sigue constituyendo una de las principales deficiencias del equipo. El Madrid ha encajado goles en todos los encuentros oficiales que ha disputado: uno en Mallorca, otro ante el Numancia, dos frente al Athletic, tres contra el Olimpiakos... El Madrid elabora mal porque sus alineaciones están huérfanas de centrocampistas, pero también sigue dando la sensación de que puede ser agujereado por cualquiera. La presencia de Geremi en la parcela central del Madrid pierde día a día todo su sentido.

Casillas, discreto.

Otra de las novedades que se ponía a prueba en Atenas era Iker Casillas: saber si sus 18 años suponían realmente un problema para entregarle la portería del Madrid en los partidos internacionales. El chico suspendió. Convirtió cada centro cruzado del Olimpiakos, por inofensivo que éste fuera, en un dardo venenoso. Dudaba, medía mal, se mostraba blando de manos. Casillas, que luego, en la segunda parte, dejó paradas de mérito (especialmente una mano prodigiosa que le sacó a bocajarro a Giannakopulos), fue el principal responsable de la reanimación del Olimpiakos. Y contagió de inseguridad a toda su defensa, que realmente se creyó desprotegida en cada balón bombeado.

El central deseado.

Julio César parecía haber resuelto al fin un problema crónico en el Madrid: la debilidad del centro de su defensa. Sin embargo, Atenasreprodujo el mal. Los centrales fallaron por alto y por bajo. Y cuando un esguince de tobillo sacó del campo a Fernando Hierro, la cosa empeoró. Fue irse el capitán (m.59), empezar a temblar el equipo -y sus centrales a partir de entonces, Geremi y Julio César- y venirse arriba el Olimpiakos. Se pasó el 1-2 al 3-2 en cinco minutos. El Madrid puede lamentar no haber concedido a Toshack el central con experiencia que siempre reclamó.

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