Las matanzas fuerzan una tregua en la batalla política
La serie de atentados en Rusia puede tener por lo menos dos cosas positivas para la élite política del país: la firma de una tregua entre el presidente Borís Yeltsin y el alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov, y el olvido, al menos temporal, de los escándalos de corrupción que han salpicado al Kremlin.Yeltsin y Luzhkov estaban enzarzados en una guerra abierta, que había estallado por razones políticas: el presidente no desea ver al alcalde como su sucesor en el Kremlin, pues desconfía de él y teme que no le proteja ni le garantice inmunidad en el caso de que el próximo Gobierno decida perseguirle por abuso de poder o por alguno de los últimos escándalos financieros y de corrupción.
Pero ante la tragedia común, la élite política debe unirse. De ello son conscientes Yeltsin y Luzhkov. El Kremlin ha sido el primero en tender la mano a la alcaldía: después de la explosión del miércoles pasado, Yeltsin envió un telegrama de condolencia personal a Luzhkov. Ayer, el presidente subrayó la necesidad de consolidar la sociedad y todas las ramas de poder para enfrentar al terrorismo. Y en su mensaje televisado, Yeltsin prometió a Luzhkov que le prestará "toda la ayuda y el apoyo necesarios en estos difíciles días".
Si hasta ayer algunos políticos no excluían que las explosiones fueran parte de un maquiavélico plan del Kremlin para declarar el estado de excepción, aplazar las elecciones y perpertuarse en el poder, la nueva tragedia les ha hecho recapacitar y ahora la opinión generalizada es que se está frente a un enemigo común. En cualquier caso, los temores de que Yeltsin pueda recurrir a métodos anticonstitucionales persistirán mientras el presidente sienta inseguridad por su futuro. Lo que está en juego es la continuidad de la democracia en Rusia; por eso, hay cada vez más políticos que piensan que se debe aprobar un ley que garantice a Yeltsin su inmunidad una vez que abandone el Kremlin.
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