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Excavadoras y piquetas dan los últimos mordiscos

Blanca Cia

Las grandes excavadoras prácticamente ya han acabado su trabajo en lo que será la futura Rambla del Raval. Ahora, tan sólo quedan dos edificios enteros por derribar en la calle del Hospital, entre las de Sant Jeroni y Cadena. Otras viejas construcciones, colindantes, que aparentemente están enteras, despiden nubes de polvo por las rendijas de balcones y ventanas. Detrás, los trabajadores derriban las paredes a golpe de pico. Excavadoras y piquetas han reducido a escombros cinco manzanas abigarradas entre las calles de Sant Pau y del Hospital, y entre Sant Jeroni y Cadena. Todo empezó hace una década, cuando el entonces concejal de Ciutat Vella y actual alcalde de Barcelona, Joan Clos, puso en marcha una de las operaciones más complejas: la de airear el corazón del Raval. Eran tiempos duros, cuando el enjambre de estrechas calles se convirtió en un zoco de las drogas, que se distribuían por doquier y sin apenas disimulo -las papelinas caían de algunos balcones y muchas veces la operación se realizaba sin necesidad de apearse del coche- y con escasa presencia policial. Tiempos en los que el goteo de muertes por sobredosis y sida eran desesperantes. Poco a poco, más de las 1.000 viviendas de esa zona se fueron vaciando -muchas ya no estaban habitadas-. La lentitud del proceso de realojamiento de las familias afectadas por el Plan Central del Raval ha marcado la larga duración del proyecto. Más de 400 familias han sido reubicadas, la mayoría en pisos nuevos del mismo Raval. Otros prefirieron aceptar la indemnización y marcharse. Las negociaciones entre los afectados y el Ayuntamiento no han sido fáciles. Para empezar, no todas las personas que vivían en las viejas viviendas tenían opción a una nueva. Era necesario acreditar un mínimo de años para evitar la picaresca de que recién instalados en una vivienda afectada por el plan pretendieran entrar en el proceso de realojamiento. También se ha producido cierta resistencia a los desalojos en la última fase del plan, como el de alguno de los vecinos de la casa Buixeras, en la calle del Hospital. La imposibilidad de entregar en mano la notificación hizo necesaria la contratación de un detective que, apostado en el portal, avisó a la Guardia Urbana para que se presentara inmediatamente en el edificio y entregara la notificación al escurridizo afectado. Las previsiones del Ayuntamiento son concluir los derribos entre este mes y el próximo. Quedará entonces una gran explanada que se iniciará en la avenida de las Drassanes y acabará en la calle del Hospital. Una nueva Rambla de más de 300 metros de largo por casi 60 de ancho. La primera fase, los primeros 100 metros del paseo arrancando desde Sant Pau, fueron los primeros en ser urbanizados, en febrero pasado. La segunda fase, la que llega hasta Hospital -y se lleva por delante alguna calle, como la de Sant Antoni de Pàdua, o trozos de otras, como las de Sant Rafael y Sant Martí-, debería estar urbanizada antes de final de año. Cuando ya no quede un edificio en pie se conectarán las dos fases. En su conjunto será un amplio paseo con calzadas laterales de siete metros de anchura. La amplitud de las aceras oscilará entre 5,50 y 6,70 metros. En la zona central, árboles y bancos. Mientras, a los dos lados de la futura Rambla del Raval, en las calles de Sant Jeroni y Cadena los viejos edificios de viviendas intentan ponerse a tono con la reforma del barrio y poco a poco emprenden la rehabilitación integral. Se trata de construcciones del siglo pasado que necesitan algo más que un lavado de cara.

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Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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