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CICLISMO Vuelta a España

Olano manda pero Ullrich reaparece

Una ofensiva del ONCE en el Alto del Portillón deja a Zülle fuera de los favoritos

Luis Gómez

Fiesta en el ONCE, funeral en Banesto. ¿Y Ullrich? La Vuelta entró en materia al paso de la carrera por la sierra salmantina, que desembocó en una jornada rápida, fulgurante, agresiva e interesante. Desde luego, con bastante contenido. Abraham Olano actuó en plan autoritario, dando lustre al despliegue de medios de su equipo: sumó bonificaciones, dirigió las acciones, entró en el sprint. Actuó a lo campeón y redondeó la tarde con la conquista del liderato. De paso, sentenció a Zülle, al que desnudó en un mal día. Si hemos de considerar la magnitud de la estrategia puesta en escena por el ONCE, puede afirmarse que, en el corto alcance, la renta fue notable. Ahora bien, en el largo alcance, despierta algunas dudas que el tiempo resolverá: Ullrich sacó tanto provecho como Olano sin sufrir desgaste, caso parecido al de Escartín, por citar dos ejemplos. Está fuera de toda duda que el espectáculo mereció la pena y que el ONCE es fiel a su imagen de marca. Algunas de las consideraciones que despierta la etapa caducarán pronto, a la vista de que hoy se celebra una contrarreloj en Salamanca y de que el domingo se sube el esperado Angliru, lo cual significa que el lunes muchas preguntas pueden haber encontrado respuesta. El primer asunto a tratar debe ser el del alemán Ullrich, que ayer se limitó a ser un prudente testigo: permaneció imperturbable mucho tiempo, en las subidas y en los descensos, pero no dejó pasar por alto la posibilidad de sumar su primera victoria de esta temporada. Ullrich leyó el final de la etapa y accedió al sprint contra Olano. Es evidente que su conducta le convierte en un hombre sospechoso. De la sospecha a la evidencia median dos pasos. O, como quien dice, dos etapas.

La segunda consideración es si el ONCE debió atacar en un puerto de primera categoría a la vista de las condiciones que rodean a su líder, cuyo terreno de caza no parece razonable que sea el montañoso. En ese punto, son lógicas las discrepancias, que alimentarán un interesante debate que animará la Vuelta. Olano se quitó un rival de encima, que es el caso de Zülle, pero no se pierda de vista que, en la etapa, no hubo especial intervención de equipos tradicionalmente agresivos, caso del Kelme. Lo cual quiere decir que todos dieron por bueno lo que estaba haciendo el ONCE, porque a todos beneficiaba. Unos llamarán valiente a Manolo Saiz, otros le calificarán de suicida por mover la carrera en un terreno que podía resultar perjudicial para Olano. Unos le reprocharán que se acuerde de Amstrong en el Tour (a quien benefició en detrimento de Zülle), otros alabarán su sentido del espectáculo. Todo cuanto sucedió ayer, que es lo mejor que ha ofrecido esta Vuelta, se debe al ONCE.

El ataque se improvisó a mitad de carrera, en la ascensión del Alto del Portillo, el primer puerto de 1ª de la Vuelta. Cuentan en el ONCE que sospecharon de la debilidad de Zülle en el puerto anterior (Alto de Mogaraz, de 2ª) y que tenían algunos indicios de todos estos días. Zülle no estaba fino, según los cálculos de Manolo Saiz. Viendo maniobrar a Díaz Justo primero, a Marcos Serrano después, a Cuesta, a Zarrabeitia, viendo echar tanta leña al fuego a esas alturas de carrera, era lógico sospechar que algún propósito inspiraría estos ataques. No mucho después, con el pelotón perdiendo unidades con la fluidez de una hemorragia, se soltó Zülle. También Casero. Un poco Jiménez. Pero salvo Zülle (y Julich desde el primer momento), el resto de favoritos logró conservar su integridad. Desde ese momento hasta el final, el mando fue una exclusiva de la ONCE, desplegada con cierta majestuosidad, de forma ostentosa incluso.

Perdido Zülle en la sierra salmantina, la Vuelta se cobraba su primera víctima. Hoy habrá nuevo recuento de bajas a la vista de la contrarreloj. Dicho lo cual, hemos entrado en materia de golpe: Olano es el nuevo líder, se lo ha trabajado a pulso. Pero hoy deberá defender su posición nada menos que ante Ullrich, que ayer sacó la patita por debajo de la puerta. La Vuelta lo agradecerá: en lo que a una contrarreloj atañe se tratará de un duelo de la máxima categoría.

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