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Solución de brocha gorda

Una capa de pintura y asunto arreglado. Visualmente al menos, el césped del nuevo estadio del Vivero, en Badajoz, parecía ayer el de cualquier otro campo de altura, sin rastro alguno del problema que había traído de cabeza a lo largo de la semana a la selección y a la ciudad. No daba la sensación desde luego del deteriorado estado gracias al cual se había convertido en motivo de polémica. Y todo empezó de forma inesperada, casi casual, por culpa de una plaga de hongos, por un lado, y de un exceso de celo, por otro. Hace tres semanas el césped del campo presentaba un estado inmejorable. "Una alfombra", en palabras de la propia Federación. Y Badajoz, por entonces, sacaba pecho, enseñaba una medalla que le lucía. La sorpresa apareció cuando, una semana antes de celebrarse el partido, la empresa que lo cuidaba descubrió un hongo. Lo intentaron combatir con un tratamiento intensivo y se les fue la mano. Ya no tanto al acabar con el hongo, sino al intentar disimular su color. Pero no hubo forma: quemaron el césped. El suelo quedó amarillo. Parecía un pajar, no un campo de fútbol.

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"No está como debería estar", se limitó a decir José Antonio Camacho, que suspendió algunas sesiones de entrenamiento y no disimuló. Tampoco andaban tranquilas las autoridades de Badajoz: la imagen de Extremadura y la de la ciudad, en la primera cita en que se les ofrecía la posibilidad de albergar un acto así, corría peligro -ya se molestaron las autoridades cuando trascendió que la escalerilla por la que descendieron del avión los jugadores de la selección no pertenecía al aeropuerto de Badajoz, sino que fue traída del de Sevilla-.

La empresa gaditana Cade, encargada del cuidado del césped, trabajó intensamente para que el terreno pudiera tener la mejor imagen. Y la solución final resultó ser una capa de pintura sobre las partes más dañadas del césped. Un poco en la banda y otro en la franja central. Y el remedio funcionó: el color verde no se fue cuando, minutos antes del comienzo del choque, los aspersores de riego se pusieron en funcionamiento. Pero tras el encuentro los pantalones y las camisetas de los jugadores presentaban manchones verdes, aunque fue el balón quién más notó la brocha gorda.

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