El PP se conforma en Cataluña con frenar a CiU sin entrar en su Gobierno
El PP se niega aún a aceptar que las elecciones catalanas son sólo cosa de dos, el actual presidente nacionalista Jordi Pujol y el candidato progresista Pasqual Maragall, pero ayer sus máximos dirigentes confirmaron que se darán por satisfechos si sus votos resultan decisivos para que gobierne uno de ambos. Javier Arenas, secretario general del PP, ratificó que no tienen "predisposición" a entrar en el futuro Gobierno catalán y aclaró que se limitarán a facilitar su apoyo a Pujol desde el Parlament para frenar sus "excesos".
Arenas recuperó ayer el sentido de sus propias declaraciones de las últimas semanas para remachar que los populares catalanes se contentarán en las autonómicas del próximo 17 de octubre con obtener un número de diputados que les permita "ser decisivos y determinantes" el día de la votación en el Parlament del próximo Gobierno. Tanto Arenas como el candidato popular en Cataluña, Alberto Fernández, que ayer presentó un informe político al Comité Ejecutivo Nacional, se atrevieron a decir en público que el PP se presenta oficialmente con "afán de victoria". Luego, en el desarrollo de sus exposiciones, matizaron esos deseos desde el "convencimiento" de que podrían tener mucho que decir si cualquiera de los dos candidatos con posibilidades reales, Pujol y Maragall, no dispone de mayoría absoluta. Es en ese contexto en el que Arenas y Fernández sostienen que no son unas elecciones bipolares sino a tres bandas y no de personas sino de proyectos. Para el PP, y así confesó ayer Arenas que lo reiterarán constantemente en sus mensajes hasta la cita con las urnas, Pujol y Maragall no son muy distintos. Los dos son muy nacionalistas. El PP supondría entonces el punto "normal" de "equilibrio y de moderación" ante sus permanentes e históricas reivindicaciones.
Ni Arenas ni Fernández quisieron precisar ayer públicamente qué significa ser decisivos y en cuántos diputados se concreta ese objetivo. Despejarán esa incógnita a partir del 17 de octubre. Tampoco tienen mucho interés en admitir que obtener menos de los 17 escaños actuales podría traducirse como un estancamiento o fracaso. Tienen claro que con menos diputados podrían apuntalar un nuevo mandato "de fin de etapa" de Pujol. Eso sí, sin entrar en el Gobierno. Desde el control diario en el Parlamento catalán, para frenar sus "excesos" y como "garantía" de que la formación de un Ejecutivo con Maragall al frente no suponga un "retroceso económico" para Cataluña, según Arenas. El dirigente del PP aún fue más allá cuando concluyó que sería una sorpresa para el electorado que su partido pudiese apoyar a alguien que, como Maragall, ha pactado con ex comunistas (IC) y nacionalistas radicales que en su día fueron favorables a la autodeterminación (ERC).
La Ejecutiva Federal del PSOE también abordó la situación preelectoral en Cataluña, a través de un informe que presentó Narcís Serra, en el que se plantean "expectativas optimistas" que, a juicio de los socialistas, reflejan la demanda de cambio en la sociedad catalana y sin que sea óbice para reconocer que "la batalla es muy dura" y que hará falta mucho trabajo para lograr "una mayoría de progreso". El secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, en la rueda de prensa posterior a la reunión de la Ejecutiva, destacó que "el señor Pujol intuye que su ciclo está agotado" ya que "se percibe en la sociedad catalana que hay muchas ganas de cambiar".
Almunia ofreció su total respaldo a la política de alianzas que ha puesto en marcha el candidato socialista a la Generalitat, Pascual Maragall. "Conecta muy bien con mi deseo de sumar apoyos que expresé desde que tomé posesión de mi cargo como secretario general, en junio de 1997", explicó Almunia, y argumentó: "Sería un error de bulto afrontar la batalla política que se avecina sin sumar apoyos frente a una derecha que se une y cederle una victoria que no le corresponde por sus méritos".
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