Sobresaliente en el primer curso

Camacho cerró su primer año al frente de la selección con nota de sobresaliente. Cogió al equipo en un momento crítico, tras el fracaso en la fase final del Mundial de Francia y el doloroso resultado en Chipre del clasificatorio para la Eurocopa (3-2); y 365 días después lo tiene en un pedestal: inmejorable en cuanto a resultados, convincente tanto respecto al juego como al carácter; y seductor con la grada. Camacho cogió el relevo de un periodo marcado por la polémica, el reinado de Javier Clemente, pero también impecable en lo que a números se refiere, y lo ha mejorado. Y no era fácil. Porque aunque la era Clemente repitió el viejo problema de la selección nacional, esa enfermedad crónica que la encoge en las fases finales, conquistó el prestigio internacional a golpe de buenos marcadores en los tramos clasificatorios. Con otra fórmula, a partir de un juego más sólido que bien jugado, de un predominio de los conceptos defensivos sobre los ofensivos, y con otros criterios de elección -casi siempre eran convocados los mismos futbolistas, jugaran o no en sus clubes, pasaran o no por un momento de forma dulce- la selección de Clemente logró permanecer invicta durante 43 meses, en 30 partidos consecutivos.

De momento, Camacho lleva nueve encuentros seguidos sin perder. No conoce la derrota. Sólo cuenta su trayectoria en victorias (tras la del sábado en Austria, ya son ocho) y un solo empate (en Italia); 37 goles a favor y seis en contra. En el primer año de Clemente, la selección jugó dos partidos más, pero el balance no era tan contundente: seis victorias, cuatro empates y una derrota. Y si la comparación no se hace por días en el cargo, sino por número de partidos, el entrenador actual sale mucho mejor parado. El saldo de Clemente en sus primeros diez encuentros fue de cuatro victorias, cuatro empates y una derrota.

Clemente alcanzó su mejor momento de resultados a partir del tercer año en el cargo, cuando ya su gente había asumido la filosofía de juego y el concepto de selección como equipo de club. Camacho, en cambio, se ha agarrado a los números desde que apareció por el banquillo. Y eso que su apuesta es antagónica, ya desde el primer día, a la de su antecesor: huyó del 4-2-3-1 para implantar un 4-4-2 con la medular en rombo; puso a los defensas de defensas y no de pivotes, dejó el centro del campo para los centrocampistas, bajó el balón al suelo y le dedicó un papel preponderante en sus estrategias: más toque y asociaciones en torno a la pelota, y menos juego frontal y poco elaborado. Pese a las nuevas ideas, la selección alcanzó el éxito de inmediato.

Camacho también ha logrado en un año revolucionar la selección en cuanto a nombres. Sin traumatismos, poco a poco. Nueve partidos le han bastado a Camacho para usar ya a 35 futbolistas diferentes, de los que la mitad han debutado con él. De la relación de jugadores que tiene concentrados en Badajoz sólo Cañizares, Hierro, Guardiola, Luis Enrique y Raúl eran fijos en las convocatorias de Clemente. Y con matices: Hierro juega ahora de central, no de volante; y Raúl, de delantero. Con todo, el dato más revelador de la silenciosa reestructuración aplicada sobre el equipo nacional afecta al centro del campo: diez futbolistas han debutado con Camacho en esa zona. Porque, en realidad, el cambio de Clemente a Camacho se resume así: la selección pasó de renunciar al centro del campo a convertirlo en el meollo de la cuestión.

La selección de Camacho no sólo sale vencedora en la comparativa con la de Clemente, también con las anteriores. Pocos seleccionadores pueden presumir de las medias del actual técnico: 89% de victorias, 4,1 goles a favor por partido y 0,6 en contra. Salen perdiendo todos los preparadores de la historia reciente del cuadro nacional. A saber: Javier Clemente (59%, 2,03 y 0,65), Vicente Miera (50%, 1,3 y 0,9), Luis Suárez (55,5%, 2,03 y 1,03), Miguel Muñoz (49%, 1,7 y 0,98), José Emilio Santamaría (41,6, 1,29 y 0,75) y Ladislao Kubala (45,5 %, 1,45 y 0,86).

Camacho puede presumir orgulloso. Ninguno de sus predecesores consiguió unas notas tan brillantes durante su primer curso en el banquillo. Por ahora, el de Cieza es el primero de la clase. Ayer, 5.000 pacenses acudieron a aplaudirle en el entrenamiento.

Optimismo en Austria

El partido contra España ha devuelto el optimismo al fútbol austriaco, según Efe. La prensa de aquel país ve a su equipo nacional como "perdedor fuerte" y considera que el 1-3 que encajó Austria es una "promesa para el futuro". "Quisiera que Austria jugara siempre así", titula el popular Kronenzeitung de ayer. El cronista rechaza vehementemente las acusaciones españolas de que los alpinos hayan jugado "con brutalidad". Didi Kühbauer opinó que el estilo austriaco ha sido "duro pero no brutal, lo que es usual en España y en todas partes". Respecto a Kühbauer, el Kronenzeitung afirma que resolvió bien la tarea de vigilar al barcelonista Guardiola.

Los diarios recogen algunas quejas sobre la decisión del árbitro por señalar golpe franco que motivó el tercer gol de España.

Según el diario Kurier, el partido del sábado demostró que el reciente 0-0 en un amistoso contra Suecia "no fue una casualidad", y que el nuevo equipo austriaco formado después del 0-9 de Valencia - tan sólo han quedado Cerny, Maehlich y Mayrleb- promete mucho para el próximo futuro.