"La guitarra está superando el bache que supuso la muerte de los grandes maestros", asegura el ganador del Tárrega
VIENE DE LA PÁGINA 1 Era la tercera vez consecutiva que Gallén se plantaba en la gran final del Certamen Tárrega. "No me lo puedo creer. El pasado año", dijo, "estaba más confiado en mi triunfo". Este joven, natural de Linares, estuvo a punto de no acudir a la cita; una uña rota y una partitura prestada a una amiga a la que no pudo localizar estuvieron a punto de dar al traste con su participación en esta XXXIII edición del prestigioso concurso de guitarra. "Por fin me he quitado la espinita que llevaba clavada", alegó orgulloso una vez recibido el premio. Sin duda, este triunfo le dará alas: "Lo importante es la grabación del disco. Es una magnífica tarjeta de presentación para conseguir que me contraten más". Gallén tiene un palmarés impresionante a sus espaldas: lo ha ganado casi todo en nuestro país (Comillas, Andrés Segovia, Linares, Alhambra...) y ha logrado premios importantes en Finlandia, Bélgica y Alemania, donde acabó hace dos meses sus estudios de maestro en Múnich. "En Europa existe una mayor disciplina y hay más medios para estudiar una carrera musical", matiza. "La guitarra está superando poco a poco el bache que supuso la pérdida de grandes maestros con fuerte personalidad", aclara Gallén. "Estábamos viviendo un periodo de desprestigio con demasiada imitación por parte de importantes solistas". El ganador del Tárrega considera que hacen falta más apoyos externos. Reconoce que la guitarra clásica es de minorías: "No nos podemos hacer millonarios como los artistas de rock, pero podemos hacer felices a mucha gente". El jienense, de 28 años, no aspira a ganar más dinero, ni a elevar su caché: "Sólo pretendo seguir con las clases magistrales a mis alumnos y, eso sí, confiar en tener más trabajo". Ricardo Gallén, que reconoce que todavía quiere seguir aprendiendo, dijo que aún le restan unos dos años para continuar en el circuito de festivales. El vencedor del Festival de Benicàssim dudó en presentarse a este certamen. Al final, con unas uñas postizas de porcelana y una difícil partitura de Joaquín Rodrigo en el atril, apostó otra vez por el Tárrega, estudió una media de seis horas diarias y logró llevarse el codiciado galardón a casa. La votación del público asistente a la final la noche del pasado viernes coincidió con la del jurado internacional. El chileno José Antonio Escobar y el británico Graham Devine se tuvieron que conformar con haber llegado a la final y superar a los casi treinta concertistas que fueron descartados previamente. El premio al mejor concursante nacido o residente en nuestra Comunidad quedó finalmente desierto.
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