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Tarika recalca el contenido político y social de sus canciones

Buena parte de la actuación de Tarika, ayer en el XV Festival Internacional de Folk de Getxo, giró en torno a los temas que recoge D, tercer elepé que ha puesto en circulación el quinteto de Madagascar. Un disco que sucede a Bibiango y Son Egal, y recopila danzas autóctonas (y ritmos como el salegy, watcha watcha, tsapik, sega o sigaoma) características de las 18 tribus que pueblan su isla. "Cuando era pequeña, ésas eran mis canciones preferidas para bailar", apunta Hanitra Rasoanaivo como único criterio de selección. Sin embargo, la escenografía no es el componente más destacado del conjunto. Al menos, eso se desprende de las palabras de la cantante africana: "En todas nuestras canciones hay mensajes importantes. Tratan sobre el modo de vida en Madagascar, el medio ambiente, la problemática de las mujeres y asuntos políticos. Pero todo está basado en una forma positiva de ver la vida". Desde su formación en 1993, Tarika ha contado con el apoyo del público y de la prensa, lo que ha aupado cada una de sus entregas a los primeros puestos de las listas de world music. En ellas es donde mejor encajan unos trabajos de sabor étnico cuyos textos dejan al descubierto cuestiones tan peliagudas como la corrupción política, la distribución de la riqueza y la problemática de la mujer. Algo que según reconoce su vocalista, le ha procurado "muchos problemas". Cabeza alta Pese a todo, aunque cada uno de sus pasos es mirado con lupa, Rasoanaivo se considera toda una privilegiada: "Soy ciertamente especial. Ninguna otra mujer en Madagascar luce un corte de pelo como el mío -la mitad de su cabeza está rapada y adornada con una minúscula coleta tintada- y nadie camina por la calle con la cabeza tan alta atreviéndose a decir a los políticos lo que tienen que hacer", señala orgullosa. Hanitra Rasoanaivo no es conocida únicamente por encabezar el único conjunto de Madagascar liderado por una mujer, también arrastra una magnífica reputación como creadora de Valiha High, una fundación que enseña gratuitamente el manejo de instrumentos tradicionales a niños de entre 8 y 15 años. Todo por mostrarles un camino diferente a la delincuencia.

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