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Entrevista:

CARLOS BERZOSA CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA APLICADA "1.700 millones de pobres cobran menos de un dólar al día"

El profesor Carlos Berzosa es catedrático de Economía Aplicada de la facultad de Económicas de la Universidad Complutense de Madrid, de la que fue decano durante 14 años (1984-1998). Autor del libro Conciencia sobre el subdesarrollo, recientemente editado, participa estos días en los cursos de verano que organiza la Universidad del País Vasco. Defensor de una economía social que contribuya a redistribuir la riqueza, Berzosa respondió ayer en una conferencia a la cuestión clave: ¿Es posible una economía con valores éticos? Pregunta. ¿El título de su conferencia es una utopía? Respuesta. Tal y como están las cosas últimamente da la impresión de que sí, aunque no siempre ha sido así. En la historia del pensamiento económico ha habido una ligazón entre economía y ética. El precursor de la economía, Adam Smith, era profesor de filosofía moral y de ética. Con el paso del tiempo la economía ha dejado de ser una ciencia social. Ahora todo parece ir bien si se consigue reducir el déficit público o se baja la inflación. El desempleo pasa a un segundo plano, no digamos la redistribuciución de la renta. La economía, por muy rigurosa que quiera ser, no debe de olvidarse nunca que actúa en y para la sociedad. P. No parece fácil el cambio de tendencia cuando el poder de una sociedad se mide por su potencial económico R. Sí, pero dentro de ese potencial económico que ostentan Estados Unidos o Japón, por poner un ejemplo, hay economías como la sueca que ofrece a sus ciudadanos mejores condiciones sociales. Tiene una mejor distribución de la renta, menos pobres en sus calles y ofrece más oportunidades a las mujeres. En Estados Unidos hay más pobres que en España en términos relativos. P. ¿Defiende usted una política económica intervencionista? R. Sí. La experiencia histórica demuestra que el mercado, que tiene sus cosas buenas, genera desigualdad económica, atenta contra el medio ambiente y no favorece la igualdad de la mujer en el mercado laboral. Los sindicatos y movimientos sociales han obligado al Estado a introducir mecanismos de corrección ante las desigualdades y atrocidades del mercado. Todo esto obliga a que el Estado intervenga para que el ciudadano tenga unas garantías frente a la inseguridad del mercado. P. ¿Y qué papel deben cumplir los ciudadanos en la vigilancia del mercado? R. Cuando los ciudadanos se descuidan siempre se vuelve hacia atrás. Hay que estar alerta porque, de lo contrario, las empresas, sobre todo las grandes, arramplan con todo en función del beneficio. P. ¿Es optimista de cara al futuro? R. No mucho. Ahora predominan los valores del mercado: la eficiencia, la competitividad y los valores del liberalismo sin más. Pero guardo cierto optimismo cuando compruebo que ciertos sectores de la sociedad, que son minoritarios pero dinámicos y tratan de influir sobre los poderes, sirven de anticuerpo frente a estos males. P. ¿Qué papel considera que juega el Fondo Monetario Internacional (FMI) para otorgar ayudas a los países menos desarrollados? R. Es tremendo. Creo que el FMI, con sus políticas de ajuste, ha metido a muchos países en una dinámica de pobreza terrible. No tiene en cuenta la estructura económica de los países ni su estructura social. El FMI no está cumpliendo la función para la que se creó: lograr unas condiciones de estabilidad en las finanzas internacionales.En Rusia, por ejemplo, están concediendo créditos para que se enriquezca la mafia rusa. A los países occidentales les interesa defender a Borís Yeltsin. P. ¿Los países ricos son cada día más ricos y los pobres más pobres? R. No tan tajantemente. Lo que sí se ha incrementado es la distancia entre los ricos y los pobres. Lo llamativo es que haya 1.700 millones de pobres que cobran menos de un dólar al día. Es tremendo que en un mundo de 6.000 millones de habitantes haya tantos pobres. No hay relación entre el incremento de la riqueza y la erradicación de la pobreza. P. No parece que los jóvenes economistas salgan de la Universidad imbuidos por los valores éticos. R. Es cierto. Salen impregnados de un espíritu triunfalista. Las enseñanzas en la economía están lastrando mucho al economista de hoy, que sale con unas concepciones éticas muy limitadas.

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