Oleada de surfistas

Le llaman Campeonato Mundial de Surf de Zarautz pero en realidad no es para tanto. Los ganadores de las distintas modalidades de la cita guipuzcoana (del 1 al 5 de septiembre) no pueden exhibirse como los más habilidosos del mundo, porque la prueba zarauztarra sólo es una de las numerosas pruebas (una treintena) repartidas por todo el planeta valederas para el Circuito Mundial profesional (ASP) de categoría WQS. La acumulación de siglas puede descifrarse con sencillez: la prueba de Zarautz es una de las más prestigiosas del mundo y en ella se dan cita parte de los mejores especialistas del mundo, empeñados en sumar puntos para imponerse en el campeonato mundial. Pero ni todos los puntos posibles podrían habilitarles como campeones absolutos: entre el 2 y el 12 de septiembre se disputará bien en Anglet (Francia), bien en Mundaka el Mundial WCT de Surf, es decir la reunión competitiva de los 44 mejores surfistas de los cinco continentes. La barra de Mundaka, reputada como uno de los escenarios más espectaculares para el uso de las tablas, podría acoger uno de las mangas del Billabong Pro siempre que las condiciones del mar en Anglet desaconsejen la celebración de la prueba. Iker Fuentes se presentará como el único representante vasco, a la sombra del recuperado australiano Mark Ochilupo. ¿Otra cita en Mundaka? Epicentro de campeonatos fundamentales, el País Vasco acapara la atención del mundo de las olas. Consagrado como un clásico, el Campeonato Mundial de Zarautz propone 11 años de experiencia internacional, mucho público y más de cien entusiastas de las tablas entre los que destacan los hawaianos Sunny García (maestro consagrado), Kalany Rob, Bruce Irons y el algorteño Eneko Acero, actual número uno europeo. La organización zarauztarra recuerda que hasta 1967 nadie había practicado surf en la playa guipuzcoana, y no fue hasta 1988 cuando empezaron a asomarse a la rojiza arena de la villa los apellidos más relevantes de la especialidad, entre ellos los de los hawaianos, normalmente muy reacios a abandonar sus islas. Nunca se han dado olas tan grandes como en la edición de 1995 (con victoria para Fabio Gouveia) y sólo un europeo, el británico Russell Winter, ha logrado colarse en una final (1997). Existe una doble velocidad en el mundo del surf en la que estadounidenses, brasileños, australianos y surafricanos evolucionan con un tiempo de ventaja. El resto hace méritos para retrasar el inevitable sonrojo. Pero en el caso de Zarautz, todos los participantes extranjeros acaban igualados al pisar la playa: demuestran una irrefrenable devoción por el atuendo típico vasco, donde la txapela (colocada de cualquier forma) emociona al menos fetichista. Y los organizadores se maravillan ante la capacidad general para imbuirse de las costumbres locales: la disposición para aliviar la sed nocturna no conoce fronteras.