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El gasto en juegos de azar supera el medio billón de pesetas cada año

Desde que la Comunidad asumió la educación no universitaria, en julio pasado, gestiona un montante anual de 1,1 billones de pesetas. La cifra parece mareante, pero esta otra no lo es menos: si todos los madrileños juntaran lo que gastan en décimos de lotería, quinielas, cartones de bingo, máquinas tragaperras y otros derivados, sumarían la mitad de ese presupuesto regional. La inversión en juego de azar en la región se encuentra ahora en unas 550.000 millones de pesetas, un 5% menos que en 1994.

La factura en juegos de azar que generan los madrileños representa el 16% del total nacional (en 1997 se gastaron en este apartado casi 3,4 billones de pesetas en todo el país). Sin embargo, el gusto por el azar parece remitir tenuemente: en 1992, los 583.868 millones que los madrileños encomendaron a la diosa Fortuna equivalían a más del 18% del total español.Las magnitudes del juego a lo largo de la década, que obran en poder del Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid, indican que cada temporada ha sido todavía más fructuosa que la inmediatamente anterior para la Organización Nacional de Loterías y Apuestas del Estado (ONLAE), que ha pasado de recaudar 129.263 millones de pesetas en 1991 a más de 167.000 a lo largo de 1997.

ONLAE aglutina los sorteos de la Lotería Nacional, la Primitiva, la Bonoloto (abono para cuatro sorteos semanales con la misma combinación numérica) y la quiniela futbolística. En total, las apuestas públicas representan el 30% de lo que el jugador se deja en sueños de riqueza, frente al exiguo 23% en que se cifraba este porcentaje hace ahora siete temporadas. Y es que la permanente consolidación del ONLAE en la región ha corrido pareja al desgaste de otras modalidades privadas de juego, como el bingo y, sobre todo, las máquinas recreativas de clase B, más conocidas por su público con el nombre de tragaperras.

Los expertos de la Dirección General de Tributos atribuyen esta circunstancia al "desgaste" de las tragaperras, "que vivieron su boom a los pocos años de generalizarse y que ahora ya no cuentan con el atractivo de lo novedoso". Además, estas fuentes apuntan que las máquinas recreativas cuentan con la "mala prensa" de encontrarse detrás de muchos casos de ludopatía.

El atasco también es evidente en el caso de los casinos (en la región sólo funciona el de Torrelodones, y la Administración no es partidaria de autorizar más), mientras que los bingos han entrado en relativa regresión. De hecho, el número de salas abiertas en la Comunidad ha pasado de 104 a 101 en estos últimos años y su recaudación ronda los 139.000 millones, un 10% menos que en 1991.

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