Centésima
A la pregunta sobre la edad del universo el alumno contestó que el universo se inició hace aproximadamente cien mil o doscientos mil millones de años. "¡Exacto, exacto!", asintió el maestro, consciente de que, tratándose del universo, como en el tango, cien mil millones de años no son nada, apenas una cerilla. En cambio, las horas parecen muy largas en el sopor de esta tarde de verano, el último del milenio, bajo un viento sahariano. A la sombra del algarrobo pienso que la vida en este planeta, cuando el Sol se apague, no habrá sido sino una brevísima aventura bioquímica, un fuego fatuo en la oscura eternidad de la materia y dentro de esa llama instantánea la historia de la humanidad habrá sido la chispa más fugaz en cuyo interior estarán contenidas todas las biografías humanas que poseerán la misma consistencia y duración que la nada. A pesar de eso hay señores que ante cualquier mínimo agravio sacan pecho y te dicen: "Oiga, usted no sabe con quién está hablando". Habría que contestarles: "Lo sé muy bien. Estoy hablando con la nada aunque tenga dos patas". A la sombra del algarrobo leo versos de Lucrecio que fluyen desvelando la cadencia de los átomos mientras la voz de un locutor de radio ensalza a un atleta que acaba de batir un récord de velocidad por sólo una centésima y eso se considera una hazaña en un planeta como éste, que viaja alrededor del Sol a 30 kilómetros por segundo. En cada campeonato mundial de atletismo se exhiben las prestaciones de los nuevos prototipos humanos. La obsesión del hombre ha sido romper la jaula del tiempo y del espacio donde se halla prisionero no sólo su cuerpo, sino también su mente. Por eso cuando un atleta consigue un récord que lleva estas barreras naturales una centésima más allá la humanidad lanza un grito de júbilo. La aventura humana habrá sido sólo un guiño de luz cuando el universo se convierta en un cementerio infinito de piedra pómez, pero ahora esa centésima de oro que el atleta agónico le araña a la eternidad o ese milímetro con que sus músculos expanden el espacio es una lección práctica de metafísica. Detrás de esa última centésima está la nada, como al final del viaje de un astronauta está el vacío. Cien mil o doscientos mil millones de años: ¡Exacto!, exclama el maestro porque Sabe que esa diferencia se contrae en un punto cuando el tiempo ya ha pasado. Esa centésima de oro que consigue el atleta es la edad exacta del universo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.