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SEVILLA99

España salta 42 kilómetros

Abel Antón se viste de oro y Lamela de plataen una noche memorable del atletismo español

Álex Grijelmo

Dos atletas separados por 14 años de edad dieron ayer al atletismo español su noche más memorable. El soriano Abel Antón (de 36) ganaba una de las pruebas cumbre: el maratón; y lo hacía por segunda vez consecutiva en un campeonato del Mundo. El asturiano Yago Lamela (de 22) lograba a su vez (sólo superado por el cubano Iván Pedroso, el mejor del mundo) la primera medalla que España obtiene fuera del anillo ovalado de las carreras, lo que extiende la potencia del atletismo nacional más allá del medio fondo, el maratón y la marcha, sus reductos anteriores pero todavía recientes.Tiene el maratón mucha importancia en sí mismo, por su origen de leyenda y la resonancia de la misma palabra que lo nombra. Pocas competiciones como ésta adquieren un carácter planetario. La velocidad, por ejemplo, está reservada a los especialistas norteamericanos y caribeños. El fondo en pista, a los africanos. El fútbol es un ejercicio casi desconocido en Estados Unidos. La afición al ciclismo se circunscribe a unos cuantos países de Europa y algunos de Hispanoamérica... Pero ninguna nación ignora la historia del maratón, ni la capacidad de sacrificio que impone esta carrera. En todas las capitales se organizan maratones populares que llenan el asfalto de zapatillas y apartan por un día los neumáticos, todos los países compiten por igual en esta prueba. Y es en esto en lo que un español, Abel Antón, se ha proclamado dos veces el mejor del mundo.

El salto de longitud tiene otro mérito. Ahí han brillado los mitos del atletismo: Jesse Owens, Bob Beamon, Carl Lewis, Mike Powell... La prueba requiere unas características que muy pocos pueden alcanzar: se precisa batir en la tabla tras una carrera que termina a casi 40 kilómetros por hora, saltar con una técnica impecable para que la espalda soporte la sacudida, dar tres pasos en el aire como sólo se hace en los dibujos animados, caer con los talones por delante para no dejar huellas tras ellos. Nada de eso se improvisa. El salto de longitud requiere instalaciones adecuadas, preparación física dirigida por entrenadores muy capacitados, estudios de precisión... y un atleta sin complejos que pueda interpretar todo eso con un cuerpo bien esculpido. Y que aguante la presión del día clave.

El atletismo español también reúne ya todo esto, tal vez porque Yago Lamela tenía 15 años cuando vio por televisión los éxitos de sus mayores en Barcelona 92, después de que todo el país se embarcara en que aquello fuera un éxito por todos los costados. A partir de ahí ya no cabían los viejos complejos que en otro tiempo agarrotaban a los españoles.

Abel Antón y Yago Lamela, extremos de una sola generación separada por 14 años, fueron los representantes ayer de esa nueva mentalidad de los españoles que brillan en el tenis, el motor, el fútbol, el ciclismo, el golf... Y esta nueva mentalidad que nacía en Barcelona tiene ahora muchos años por delante, encaminada a establecerse para siempre.

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Sobre la firma

Álex Grijelmo
Doctor en Periodismo, y PADE (dirección de empresas) por el IESE. Estuvo vinculado a los equipos directivos de EL PAÍS y Prisa desde 1983 hasta 2022, excepto cuando presidió Efe (2004-2012), etapa en la que creó la Fundéu. Ha publicado una docena de libros sobre lenguaje y comunicación. En 2019 recibió el premio Castilla y León de Humanidades

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