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Lamela quiere saltar el miedo

El español ve más dificultades en las pruebas eliminatorias de hoy que en la final del sábado

Santiago Segurola

Yago Lamela comienza hoy una aventura inédita en el atletismo español. En busca de uno de los tres primeros puestos en el salto de longitud, su primer trabajo será el paso a la final. Pero Lamela considera que la fase de clasificación que se disputa hoy entraña más dificultades que la prueba definitiva. "Es un concurso más angustioso porque estamos un número altísimo de saltadores, alrededor de 50. Eso significa que si fallas en el primer salto te pasas una hora sin nada que hacer hasta el siguiente. Mucho tiempo", declaró ayer. La federación internacional ha cifrado la marca mínima para clasificarse en 8,15 metros. Yago nunca ha alcanzado esa distancia en las dos ocasiones en que ha saltado en Sevilla, pero considera que está en un excelente estado físico. Durante los últimos cinco meses, Yago se ha convertido en una celebridad nacional. Pocos atletas han generado el grado de expectación de este saltador. Todo ocurrió de forma inesperada. En marzo acudió a los Mundiales de pista cubierta con un buen crédito como saltador, pero sin demasiadas expectativas. Lo que ocurrió en Maebashi (Japón) forma parte ya de la mejor historia del atletismo español. Yago saltó 8,56 metros después de una serie impecable. Apuró tanto a Pedroso que el cubano tuvo que hacer el mejor salto de la temporada: 8,60 metros. Desde ese día, Lamela ha entrado en un nuevo estado. Acosado por la prensa, sujeto a un escrutinio constante, su mundo ha cambiado de manera radical. Sin embargo, señala que las expectativas no le afectan demasiado. "Lo he llevado bien. Durante todo este tiempo he conseguido buenas marcas, que es de lo que se trata. Y he vuelto a saltar 8,56. Me estoy acostumbrando a todo lo que ocurre a mi alrededor. Yo no me lo tomo como algo a vida o muerte. Si en Sevilla lo hago bien, estupendo. Si sale mal, tendré otras oportunidades".Fiel a una manera de ser que le impide mirar el futuro con pesimismo, Yago se negó a dar complejas explicaciones sobre su duelo con Pedroso. Sólo piensa en sus saltos, tal y como le ha enseñado Juanjo Azpeitia, su entrenador. "Sólo quiero buscar mis saltos. Si soy sexto, contento; si soy primero, mejor".

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Lamela se caracteriza por su capacidad para competir, cualidad que añade a una serenidad imprevista en un atleta de sólo 22 años. Ayer parecía tranquilo, convencido de que se encuentra en condiciones de luchar por la victoria. Hace dos semanas fue derrotado por el cubano Pedroso en Zúrich, derrota frustrante de la que Lamela ha querido sacar consecuencias positivas. "Me lo he tomado como una experiencia, algo que me puede servir para aprender. Tengo una espina clavada. Vengo con rabia", dijo ayer el saltador español.

Juanjo Azpeitia no tiene dudas sobre el estado del atleta. "Está mejor nunca", señala. Lamela ha bajado su peso hasta los 76 kilos, sin perder fuerza. En los últimos entrenamientos ha levantado pesas con la misma facilidad de siempre. Por lo tanto, está fino y con fuerza, cualidades necesarias para afrontar su mayor desafío. "No estoy preocupado por los rivales. Si consigo un buen salto, pocos van a superarme". No hay arrogancia en sus declaraciones. Sólo la confianza en sus posibilidades. Así ha progresado hasta convertirse en el único europeo capaz de terminar con la hegemonía de estadounidenses y caribeños, algo que no ocurre desde la victoria del alemán oriental Lutz Dombrowski en la final de los Juegos de Moscú.

Lamela llegó a Sevilla el sábado. Y comprobó los efectos del tórrido calor de la capital andaluza. "Al principio me ocurría algo muy raro. Salía del hotel y me entraban escalofríos por la diferencia de temperatura". Pese a todo, cree que el calor no le afectará. "No temo al calor. El único problema puede ser la deshidratación, como le sucedió ayer a Montxu Miranda en la prueba de clasificación de pértiga. Muchas veces lo pagas con dolencias musculares. Son muchas horas en la pista, expuesto al sol y con un calor asfixiante".

Yago intenta desdramatizar todos aquellos aspectos que presumiblemente pueden perturbarle. Nunca ha saltado más de 8,15 metros en las dos ocasiones en las que ha participado en Sevilla. Se quejaba de un problema con la arena del foso. Por su excesiva finura, los saltadores dejaban la huella de su espalda demasiado atrás, restando algunos centímetros. Pero la arena tiene ahora unas características diferentes en su composición. Es más densa y favorece una mayor longitud en sus saltos. "Se van a ver buenas marcas. Creo que se conseguirán medallas con 8,30 metros".

Ahora su principal preocupación es permanecer el menor tiempo posible en la ronda de clasificación. No quiere pasar por el trago de Niurka Montalvo, que se clasificó en el último intento. "Quiero hacer un buen salto y marcharme".

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